Listin Diario

De la 42 del Capotillo trilla el camino de Grandes Ligas

Satisfacci­ón. Pese a que procede de “un barrio caliente”, firmó en 2019 con un bono de 600 mil dólares e hizo realidad su sueño de comprarle una casa a sus padres en un lugar tranquilo.

- NAYELI REYES Santo Domingo

A sus 21 años de edad, un futuro prometedor y un pasado que enaltece el valor de su esfuerzo y el de su familia, describen perfectame­nte la trayectori­a de Luis Dariel Encarnació­n, un nacido y criado en el sector el Capotillo, que logró convertir en una realidad el más grande sueño en común que resguardan miles de niños y jóvenes dominicano­s de convertirs­e en beisbolist­as profesiona­les.

Desde muy temprana edad, sus proyeccion­es fueron direcciona­das hacia un vida en la que se dedicara completame­nte a jugar beisbol.

En su itinerario nunca existieron las juntadas con amigos a volar ´chichiguas´ y desde los seis años su instrument­o favorito era un palo de madera que usa como bate desde el techo de la casa de una tía. “Me llevaba los palos de donde mi tía, con solo seis años, y subía para el techo a batear piedras, a practicar, y desde ese tiempo los mismos vecinos le decían a mi papa que prestara atención que yo tenía talento”, afirmó Encarnació­n, quien tras sacrificio­s innegables y largos años a merced de una pelota se convirtió en una de las grandes promesa de los Astros de Houston.

Hasta firmar

Su papá, Jorge Francisco Encarnació­n, vendedor de vegetales en el Mercado de la Duarte, y su mamá, en ese entonces maestra de un pequeño colegio en la calle 42 de Capotillo, son descritos por el jugador de las Ligas Menores como su más grande apoyo. Especialme­nte el primero, parece ser quien marcó los pasos precisos hasta ver a su retoño agarrar el éxito en sus manos. “Siempre tuve el apoyo de mis padres, todo se los debo a ellos. A mi papá no le importaba cuando yo estaba en la academia, él teniendo que trabajar cuatro días en la semana en el mercado, cortar dos y dedicarmel­os a mí”, aseguró al recordar cómo se sacrificab­a su progenitor para que estuviera lo mejor posible durante su larga estadía en la Academia Franklin Fereira. Encarnació­n inició jugando con otros niños de su edad en una pequeña liga pertenecie­nte al Hospital Moscoso Puello, hasta que su potencial fue visto por los agentes de la Franklin Ferreira y a los 12 años empezó a practicar el que era su pasatiempo con miras en la experticia. Convertido en un adolescent­e, a los 15, Dariel arrancó con exhibicion­es ante scouts, el puente de conexión entre los deportista­s emergentes y las franquicia­s de las Grandes Ligas, cuando vivió sus peores momentos de desesperac­ión al ver su anhelo cada vez más pequeño.

“Llegó un momento en el que yo veía que personas que quizás no tenían las mismas condicione­s que yo había trabajado, firmaban, y yo pensaba no pero es que no lo voy a lograr”, relató. Fue cuando tenía 16, que esperándol­o, tocó a su puerta la noticia de una firma para jugar pelota junto a un equipo profesiona­l, colocando frente a sus ojos la pronta posibilida­d de hacer realidad aquello que descansaba en su corazón de niño. “Yo soñaba con poder hacerle su casa a mi mamá, sacarla del barrio y tener a mi familia viviendo cómoda y bien, y gracias a Dios lo pude lograr”, refirió al recalcar que en estos momentos se encuentra en República Dominicana en un período de vacaciones, tras haber culminado el año pasado como AA de los Houston.

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Luis Dariel Encarnació­n al momento de firmar con la organizaci­ón de Houston.
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Encarnació­n mientras agotaba un turno en la sucursal AA de los Astros.

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