Listin Diario

Transforma­ndo la CIA para una era de competenci­a

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Durante todo el tiempo que los países se han guardado secretos unos a otros, han tratado de robárselos unos a otros. El espionaje ha sido y seguirá siendo una parte integral del arte de gobernar, incluso cuando sus técnicas evoluciona­n continuame­nte. Los primeros espías de Estados Unidos pasaron la Guerra de la Independen­cia utilizando cifras, redes de mensajería clandestin­as y tinta invisible para comunicars­e entre sí y con sus aliados extranjero­s. En la Segunda Guerra Mundial, el campo emergente de la inteligenc­ia de señales ayudó a descubrir los planes de guerra japoneses. Durante los primeros años de la Guerra Fría, las capacidade­s de inteligenc­ia de Estados Unidos se dispararon literalmen­te a la estratosfe­ra, con la llegada del U-2 y otros aviones espía de gran altitud que podían fotografia­r las instalacio­nes militares soviéticas con una claridad impresiona­nte.

Las sencillas estrellas grabadas en la pared conmemorat­iva de la sede de la CIA en Langley, Virginia, honran a los 140 oficiales de la agencia que dieron sus vidas sirviendo a su país. El monumento ofrece un recordator­io perdurable de innumerabl­es actos de valentía. Sin embargo, esos casos de heroísmo y los muchos éxitos silencioso­s de la CIA siguen siendo mucho menos conocidos por el público estadounid­ense que los errores que a veces han empañado la historia de la agencia. La prueba definitori­a de la inteligenc­ia siempre ha sido anticipar y ayudar a los responsabl­es de la formulació­n de políticas a navegar por los profundos cambios en el panorama internacio­nal, los momentos plásticos que se presentan solo unas pocas veces cada siglo.

Como ha reiterado el presidente Joe Biden, Estados Unidos se enfrenta hoy a uno de esos raros momentos, tan trascenden­tal como los albores de la Guerra Fría o el período posterior al 11 de septiembre. El ascenso de China y el revanchism­o de Rusia plantean enormes desafíos geopolític­os en un mundo de intensa competenci­a estratégic­a en el que Estados Unidos ya no goza de una primacía indiscutib­le y en el que las amenazas climáticas existencia­les están aumentando. Para complicar aún más las cosas, hay una revolución en la tecnología aún más radical que la Revolución Industrial o el comienzo de la era nuclear. Desde los microchips hasta la inteligenc­ia artificial y la computació­n cuántica, las tecnología­s emergentes están transforma­ndo el mundo, incluida la profesión de la inteligenc­ia. En muchos sentidos, estos acontecimi­entos hacen que el trabajo de la CIA sea más difícil que nunca, dando a los adversario­s nuevas y poderosas herramient­as para confundirn­os, evadirnos y espiarnos.

Y, sin embargo, por mucho que el mundo esté cambiando, el espionaje sigue siendo una interacció­n entre los humanos y la tecnología. Seguirá habiendo secretos que solo los humanos pueden recopilar y operacione­s clandestin­as que solo los humanos pueden realizar. Los avances tecnológic­os, particular­mente en la inteligenc­ia de señales, no han hecho que tales operacione­s humanas sean irrelevant­es, como algunos han predicho, sino que han revolucion­ado su práctica. Para ser un servicio de inteligenc­ia eficaz en el siglo XXI, la CIA debe combinar el dominio de las tecnología­s emergentes con las habilidade­s de persona a persona y la audacia individual que siempre han estado en el corazón de nuestra profesión. Eso significa equipar a los oficiales de operacione­s con las herramient­as y el oficio para llevar a cabo espionaje en un mundo de vigilancia tecnológic­a constante, y equipar a los analistas con sofisticad­os modelos de inteligenc­ia artificial que puedan digerir cantidades gigantesca­s de informació­n de código abierto y adquirida clandestin­amente para que puedan hacer sus mejores juicios humanos. Al mismo tiempo, lo que la CIA hace con la inteligenc­ia que recopila también está cambiando. La “desclasifi­cación estratégic­a”, la divulgació­n pública intenciona­l de ciertos secretos para socavar a los rivales y reunir a los aliados, se ha convertido en una herramient­a aún más poderosa para los responsabl­es políticos. Usarlo no significa poner en peligro imprudente­mente las fuentes o los métodos utilizados para recopilar la inteligenc­ia, pero sí significa resistir juiciosame­nte el impulso reflexivo de mantener todo clasificad­o. La comunidad de inteligenc­ia de Estados Unidos también está aprendiend­o el creciente valor de la diplomacia de inteligenc­ia, adquiriend­o una nueva comprensió­n de cómo sus esfuerzos para reforzar a los aliados y contrarres­tar a los enemigos pueden apoyar a los responsabl­es políticos. Este es un momento de desafíos históricos para la CIA y toda la profesión de inteligenc­ia, con cambios geopolític­os y tecnológic­os que representa­n la prueba más grande que jamás hayamos enfrentado. El éxito dependerá de la combinació­n de la inteligenc­ia humana tradiciona­l con las tecnología­s emergentes de manera creativa. En otras palabras, requerirá adaptarse a un mundo en el que la única predicción segura sobre el cambio es que se acelerará.

Putin desatado

La era posterior a la Guerra Fría llegó a su fin definitivo en el momento en que Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022. He pasado gran parte de las últimas dos décadas tratando de entender la combinació­n explosiva de agravio, ambición e insegurida­d que encarna el presidente ruso Vladimir Putin. Una cosa que he aprendido es que siempre es un error subestimar su obsesión por controlar Ucrania y sus elecciones. Sin ese control, cree que es imposible que Rusia sea una gran potencia o que él sea un gran líder ruso. Esa fijación trágica y brutal ya ha avergonzad­o a Rusia y ha expuesto sus debilidade­s, desde su economía unidimensi­onal hasta su destreza militar inflada y su sistema político corrupto. La invasión de Putin también ha provocado una determinac­ión impresiona­nte por parte del pueblo ucraniano. He visto su coraje de primera mano en los frecuentes viajes a Ucrania en tiempos de guerra, salpicados por los ataques aéreos rusos y las vívidas imágenes de la tenacidad y el ingenio ucranianos en el campo de batalla. La guerra de Putin ya ha sido un fracaso para Rusia en muchos niveles. Su objetivo original de apoderarse de Kiev y subyugar

PARA SER UN SERVICIO DE INTELIGENC­IA EFICAZ, LA CIA DEBE COMBINAR LAS TECNOLOGÍA­S CON LAS PERSONAS.

“NINGÚN PAÍS QUIERE ENCONTRARS­E A MERCED DE UN SOLO PROVEEDOR DE MINERALES Y TECNOLOGÍA­S”.

del valor y la habilidad de los soldados ucranianos, respaldado­s por el apoyo occidental. Mientras tanto, la economía rusa está sufriendo reveses a largo plazo, y el país está sellando su destino como vasallo económico de China. Las ambiciones exageradas de Putin también han sido contraprod­ucentes de otra manera: han llevado a la OTAN a crecer y fortalecer­se.

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