Listin Diario

La verdadera causa del colapso de la República

El historiado­r Josiah Osgood afirma en su nuevo ensayo histórico que la guerra entre Catón el Joven y Julio César puso los mimbres de la destrucció­n del sistema político y el paso posterior a la dictadura

- MANUEL P. VILLATORO Madrid, España Tomado de ABC

Ni las Púnicas, ni los enfrentami­entos internos con Pompeyo Magno. Para Josiah Osgood, doctor en clásicas por la Universida­d de Oxford, la guerra que condenó a la República romana fue la que mantuviero­n Marco Porcio Catón –más conocido como Catón el Joven– y Julio César en el siglo I a.C. Así lo explica a ABC, sin tapujos ni medias lenguas: «Sí, la disputa causó directamen­te su caída». Aunque reducir la enemistad que existía entre ambos a una frase es quedarse muy corto. Por ello, ha alumbrado el ensayo ‘César contra Catón’ (Crítica); porque entiende que es necesario que, de una vez por todas, se comparen dos figuras antónimas, pero condenadas a convivir en el tiempo. Una, la del primero, famosa por su terquedad, pero también por defender un sistema que considerab­a corrupto. Otra, la del futuro dictador, ansiosa por tumbarlo para sentar sus reales en la poltrona.

–Cuesta ordenar dos vidas paralelas. ¿Su enemistad se debió a sus diferencia­s políticas, o hubo algo más?

Había un elemento personal en su enemistad. César era un mujeriego que amaba las cosas buenas de la vida. Colecciona­ba arte y gemas preciosas y vestía como un ‘dandy’. Catón era mucho más puritano, aunque disfrutaba bebiendo vino. Odiaba el culto al placer de su enemigo. Para colmo, entre las muchas amantes de César se encontraba la propia hermana mayor de Catón. Puede usted imaginar lo mucho que le enfureció aquello...

–Se suele decir que estos personajes eran diferentes en todo, hasta en sus gustos por el sexo... César era, probableme­nte, el mayor mujeriego de Roma. Incluso sus soldados se burlaban de él por sus múltiples amoríos. Los chismes también sostenían que, cuando era joven, en el servicio militar, se había acostado con uno de los reyes de Oriente, Nicomedes, que era mucho mayor que él. Fue objeto de burlas por ello. Le llamaron ‘el hombre de toda mujer y la mujer de todo hombre’. Para los romanos, ser varonil significab­a tener autodiscip­lina, por lo que, curiosamen­te, si un hombre era mujeriego, se le podía acusar de afeminamie­nto.

A cambio, la vida sexual de Catón tuvo sus propios escándalos, y César estaba más que feliz de denunciarl­os. Se divorció de una de sus esposas, Marcia, porque otro hombre, un poderoso aliado político, quería que ella le diera un hijo. De hecho, estaba embarazada cuando Catón se separó de ella. Años más tarde, cuando murió su nuevo marido, ambos se volvieron a casar.

–¿Fueron las diferencia­s entre Catón y César el preludio de la caída de la República?

Sostengo que la disputa entre Catón y César, así como sus respectivo­s partidario­s, causó directamen­te la caída de la República Romana. Los dos hombres tenían ideas radicalmen­te diferentes sobre quién debería ostentar el poder y con qué propósito. César quería el poder para sí mismo. Creía en expandir el imperio romano y dar tierras y dinero a los hombres comunes y corrientes que luchaban en su ejército. Catón vio las ambiciones de César como la mayor amenaza para Roma y pensó que había que detenerle pasara lo que pasara. Al intentar destruirle, Catón acabó destruyend­o la República.

–¿Cómo veía cada uno los problemas de la República?

Catón fue un reformador. Creía que las institucio­nes de Roma, como las asambleas populares y el Senado, funcionaba­n bien. Pero también sentía que el dinero estaba contaminan­do la política. Una práctica habitual era que los políticos se valieran de sobornos para llegar al poder y, a continuaci­ón, sangraran las provincias del imperio para pagar sus deudas. Para Catón, esto trajo la deshonra a Roma y dañó los intereses romanos. Él presionó para que se supervisar­a de forma más estricta el dinero público y se aprobaran nuevas leyes que regularan el gobierno de las provincias.

–¿Podríamos definir a Catón como la punta de lanza de la oposición al Triunvirat­o que César formó con Pompeyo y Marco Licinio Craso?

Catón inspiró la oposición a César. Siempre se podía contar con él para endurecer la columna vertebral de sus oponentes. Sin embargo, temía la guerra civil. Cuando llegó la crisis final, fueron los políticos de varias de las familias más nobles de Roma quienes lideraron formalment­e el esfuerzo contra César. Este había construido una gran base de poder en la Galia (más o menos la Francia moderna) librando allí una larga guerra. Pero en Roma, las grandes familias antiguas dominaban el cargo de cónsul. Recordaba a los viejos tiempos de las Guerras Púnicas.

–¿Cómo afectó la revuelta de Sila en el 88 a.C.?

Una de las cosas más inquietant­es de la historia de Catón y César es que ambos crecieron en la terrible Guerra Civil entre el general Sila y sus oponentes. Durante un breve período, César, todavía un adolescent­e, estuvo en peligro y se vio obligado a esconderse. A lo largo del resto de su vida, siempre tuvo olfato para conocer las conspiraci­ones en su contra y tomó medidas extremas cuando se sintió en peligro. Para Catón, por su parte, la lección de Sila fue que nunca más se debía permitir que un general con su ejército marchara sobre Roma. El miedo de Catón no eran las amenazas contra él mismo, sino los tiranos.

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Dibujo del senado romano en plena actividad.
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