“Pese al cáncer, hay que mantener la sonrisa”
Testimonio. Ana Azcona sabe que el camino para salir airosa de esta enfermedad es largo, doloroso y costoso, pero asegura tener poderosas razones para seguir adelante. Su esposo Héctor Hidalgo y sus hijas Heliana, Zoe, Zaira y Hannah han sido su motivació
Julio 2022 es una fecha inolvidable para Ana Azcona. Ese día recibió su diagnóstico de cáncer. Fue un golpe bajo que jamás podrá olvidar. Pero si fuerte fue recibir la infausta noticia, más doloroso fue el buscar la forma de decirles a sus hijas lo que estaba pasando, sobre todo, a las más grandes. “No encontraba cómo hablarles del tema. No sé qué me estaba haciendo más daño, si el proceso por el que estaba pasando o la indecisión de cuándo contarles sobre la situación”. Se pone triste al revivir la incertidumbre. Lo cierto es que, el tiempo pasaba y ya ella se estaba sometiendo al tratamiento. “Mis quimios comenzaron en septiembre y cuando boté el pelo, ellas me preguntaron por qué se me caía el cabello. Les decía que era por no peinarme”. Ana creía que ellas se habían creído el cuento. “Pero una de ellas me preguntó: ‘¿Mami, tú tienes cáncer?’. Yo me desplomé. Me fui al baño a llorar porque no quería que me vieran sin mi sonrisa”. Contar esta parte encoge el corazón.
El caso fue que, luego de mucho orar, de mucho pensar qué y cómo decirles, les dio la noticia ese mismo año 2022. “Aproveché el 19 de octubre, que se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Mamá, y les conté todo”. Ya tenía tres meses batallando con la enfermedad.
Sufrimiento en el medio del proceso
Lo más triste para Ana después de haberse desahogado, fue saber que en el colegio a sus niñas más grandecitas, les habían hablado sobre el cáncer. “La que me preguntó si tenía la enfermedad, creía que me iba a morir. Me le dio una depresión muy fuerte, lloraba todos los días en la escuela. Fue una situación muy difícil para mí y más en medio de lo que estaba atravesando”. Hasta hablando de esta experiencia se le nota cuán grande resultó esta experiencia “porque mis hijas son mi debilidad”. Pero no sólo esta situación con sus niñas amenazaba con robarle la sonrisa. La misma enfermedad “le cayó tan mal a mi mamá, que le dio en un ACV, nada fácil para nosotros, días fuertes, peba, ro seguimos en la batalla”. Para la dueña de esta historia, el estar luchando contra el cáncer llegó a convertirse en un problema minúsculo, comparado con todo lo que estaba pasando a su alrededor, con sus hijas y su madre. Por si fuera poco, duró un año completo sin trabajar. En la marca de productos de belleza para la que presta su servicio, le guardaron su empleo y está eternamente agradecida. “Eso también ha sido una prueporque en los hombros de mi esposo recayó todo”. Esto la quiebra. Ese hombre no sólo ha sido proveedor, sino un gran aliado para que ella hoy siga de pie.
¿Cómo han hecho con lo económico?
Esta pregunta comenzó a responderla con un gran suspiro. “Ufffffff, de verdad, no es sencillo enfrentarse a este tipo de proceso. Es desgastante emocional, física y económicamente. Por dondequiera que lo vires, es una prueba fuerte”. Tiene razón. La salud es un tema de mucho compromiso en todo el sentido de la palabra.
Sin embargo, “Dios no le falta a nadie. Muchas personas me dieron una mano amiga, ni hablar de mi familia que siempre ha estado ahí para nosotros. Por esa solidaridad llevamos el tratamiento hasta este momento”. Es una mujer agradecida.
Su fe siempre le garantizó que todo estaba bien. “Pero no dejaba de tener el temor de que mis hijas podían quedar sin su madre. Era algo que me carcomía la mente, que me quitaba el sueño… Ya estamos del otro lado, y conservo mi sonrisa, pese a que no deja de angustiarme cuando alguna compañera tiene cita y veo que no llega”.