Listin Diario

El nuevo “orden” del golf mundial

- FÉLIX OLIVO Santo Domingo

Hola Fiebruses. Con la modernidad llega lo bueno y lo malo. Como saben, uno de los grandes torneos de golf del PGA Tour es el Waste Management Phoenix Open (WMPO) que se juega en el TPC Scottsdale – Stadium Course, un torneo que cada año promedia sobre los 650,000 asistentes, siendo el evento más exitoso de todo el circuito profesiona­l y de cualquier tour. El WMPO tiene unas caracterís­ticas únicas: es un torneo en donde se permite vociferar, en el cual, literalmen­te, sirven “cerveza por un tubo y siete llaves”, se permite a los asistentes incluso estar sin camisa y corear la música, aun perjudican­do a

(Foto cortesía Getty Images) los jugadores. El centro de todo es el hoyo 16, un par tres en el cual se colocan graderías que acogen más de 20,000 parroquian­os, los cuales se comportan con todo el propósito de dejar muy mal parada a Sodoma y Gomorra y que queden como “una mano de bingo” delante de lo que allí sucede todo el fin de semana. La edición de este año quizás ha sido la peor porque la gente se pasó de la raya, lo cual trajo el descontent­o y posterior denuncia en redes sociales de jugadores como Jordan Spieth, Zach Johnson y Billy Horschel, alertando sobre el mal comportami­ento de los que llenaron las tribunas. El comité organizado­r incluso tuvo que suspender la venta de bebidas alcohólica­s a partir de las 2PM para tratar de minimizar los embates de la gente que “se le pasa la mano” con los tragos. De hecho, una mujer tuvo que ser hospitaliz­ada porque se cayó desde lo alto de una gradería y aún está en cuidados intensivos, obligando al torneo a hacer un “disclaimer” sobre el accidente, ya que todo el que recibe el gafete de entrada, en la parte posterior del mismo se lee que el evento no se hace responsabl­e de lo que suceda durante las rondas. De otro lado tenemos al LIV Golf, gira que desde sus inicios marcó la pauta de incluir música en vivo, venta de alcohol, y un ruido ensordeced­or que empaña el buen desenvolvi­miento de las rondas. Obviamente los jugadores no expresan su descontent­o con esto, pues como saben, estos son prácticame­nte empleados del nuevo tour, con contratos multimillo­narios que han obligado al PGA Tour a “ponerse los pantalones” elevando las bolsas de pago con el fin de que no continue el éxodo masivo que tanto ha disminuido el golf profesiona­l y que ha polarizado las dos fuerzas del golf. Así las cosas, poco a poco se han introducid­o a muchos eventos este tipo de cosas que, aunque llevan una nueva vida a los torneos, creo hacen más mal que bien. Aunque quedan muchos torneos que se resisten a probar de esa manzana (incluyendo los cuatro majors y The Players), ya varios eventos del tour han incluido música entre grupos y grupos, y han abrazado la venta indiscrimi­nada de alcohol. Será esta la nueva tendencia? Permeará el desenfado las catedrales que han sido los campos de golf? Solo el tiempo lo dirá.

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El hoyo 16 del TPC Stadium lleno a capacidad de parroquian­os que buscan (y encuentran) un ambiente diferente a cualquier torneo profesiona­l.

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