Revolución malograda de la carne
Es una visión resplandeciente de un mundo más allá del presente: un mundo en el que la carne es abundante y costeable, casi sin pasar factura al medioambiente. Adiós a la matanza de animales. El calentamiento global queda contenido. Al centro de la visión yace una fábrica de alta tecnología que alberga tanques de acero tan altos como edificios de departamentos y cintas transportadoras con filetes completamente formados, millones de kilos por día —suficiente, sorprendentemente, para alimentar a una nación entera. Carne sin matar es la promesa central de lo que se ha llamado carne cultivada. No se trata de una nueva alternativa basada en plantas. Se trata, al menos en teoría, de unas cuantas células animales, alimentadas con los nutrientes y hormonas adecuados, rematadas con sofisticadas técnicas de procesamiento, y listo: jugosas hamburguesas, atún a la parrilla y chuletas de cordero marinadas sin la guarnición de preocupaciones existenciales. Es una visión de hedonismo —pero también de altruismo. Una forma de ahorrar agua, liberar vastas extensiones de tierra, reducir drásticamente las emisiones que calientan el planeta y proteger a las especies vulnerables. Entre 2016 y 2022 los inversionistas inyectaron casi US$3 mil millones en compañías de carnes y mariscos cultivados. Poderosos fondos de capital de riesgo y soberanos —SoftBank, Temasek, la Autoridad de Inversiones de Qatar— querían participar. Lo mismo las grandes empacadoras de carne como Tyson, Cargill y JBS, y celebridades como Leonardo DiCaprio, Bill Gates y Richard Branson. Dos de las empresas líderes —Eat Just y Upside Foods, ambas presuntamente alcanzaron valuaciones de miles de millones de dólares. Y hoy, se ha aprobado la venta en Singapur, Estados Unidos e Israel de unos cuantos productos que incluyen células cultivadas.
Sin embargo, a pesar de casi una década de trabajo y muchos pronunciamientos mesiánicos, cada vez está más claro que una revolución más amplia de carne cultivada nunca fue una perspectiva real, y definitivamente no dentro de los pocos años que nos quedan para evitar una catástrofe climática. Entrevistas con casi 60 inversionistas y conocedores de la industria reve