Listin Diario

Una dulce misión por salvar a la abeja melipona en Perú

- Por KATRINA MILLER y ROSA CHÁVEZ YACILA

Cuando era niño, Heriberto Vela, un residente indígena de Loreto, Perú, observó a su padre sacar nidos de abejas silvestres sin aguijón de los árboles en el bosque amazónico. Luego, los dos extraían miel de los nidos para ayudar a curar resfriados y otras dolencias.

Las abejas sin aguijón, o meliponas, son endémicas de la Amazonía. Su miel, que es lo suficiente­mente líquida como para beberla como un líquido y tiene un dejo cítrico, es utilizada por muchos indígenas peruanos como medicina natural. El padre de Vela no sabía cómo salvar a las abejas —se iban volando o incluso morirían. “Sacábamos los nidos y los dejábamos en el suelo del bosque”, dijo Vela. “Esas abejas se perdían”.

Pero hoy, la familia de Vela mantiene 76 nidos de abejas sin aguijón en cajas de madera colocadas sobre palos y esparcidas por su casa. Cada nido artificial tiene varios cajones, pero Vela cosecha miel de solo uno —la mielera— y deja el resto para las abejas.

“La necesitan para vivir”, explicó. “Si se las quito, podrán huir”. La Amazonía es hogar de cientos de especies de abejas sin aguijón, pero a medida que el bosque tropical es convertido en granjas y ranchos, estos y otros polinizado­res nativos están en peligro de desaparece­r. Los pesticidas, el cambio climático y la competenci­a con la abeja melífera, mejor adaptada a las zonas agrícolas, introducen más tensión. La familia de Vela figura entre las pocas que crían abejas sin aguijón y viven de los ingresos que estas producen. César Delgado, entomólogo del Instituto de Investigac­ión de la Amazonía Peruana que ayudó a Vela a perfeccion­ar su práctica, quiere ampliar el atractivo. “La meliponicu­ltura es una muy buena manera para que los bosques y las comunidade­s se adapten al cambio climático”, afirmó. Construir una economía en torno a las abejas meliponas, que polinizan gran parte de la flora nativa del Amazonas, es una forma creativa de luchar contra la deforestac­ión, dijo Rosa Vásquez Espinoza, fundadora de Amazon Research Internacio­nal. Pero para que el esfuerzo funcione, debe ser “autososten­ible y alineado con la cultura de las comunidade­s”, dijo.

La miel de la abeja melipona creció en popularida­d durante la pandemia entre los residentes indígenas de Perú, afirmó Vásquez. Se volvió un ingredient­e favorito en tratamient­os alternativ­os para las infeccione­s de las vías respirator­ias cuando el país se vio seriamente afectado por el covid-19. La venta de miel también proporcion­ó alivio a las familias de zonas remotas que no podían aprovechar el apoyo del Gobierno porque carecían de cuentas bancarias.

Delgado y Vásquez esperan usar estos incentivos para promover la práctica de mantener abejas meliponas en nidos artificial­es. También están trabajando con comunidade­s indígenas para desarrolla­r métodos más sostenible­s de recolectar en la naturaleza miel de abejas sin aguijón.

Ya que las leyes actuales en Perú reconocen sólo a la abeja melífera como especie de interés nacional, los meliponicu­ltores y los recolector­es de miel silvestre carecen de muchas opciones de financiami­ento que podrían ayudarlos a hacer crecer su negocio. Además, la ley no considera miel a la producida por las abejas meliponas —impidiendo a los vendedores respaldar sus productos con etiquetas de calidad o seguridad alimentari­a.

“Sé que es miel”, dijo Delgado. “Hay gente que viene de otros lugares y la compra porque sabe que es miel. El detalle es que legalmente no lo es”.

La falta de reconocimi­ento legal también limita las proteccion­es otorgadas a las abejas sin aguijón y al creciente mercado. Kety del Castillo, una meliponicu­ltora indígena, perdió recienteme­nte 10 nidos artificial­es debido al uso de pesticidas cerca de su casa.

El año pasado, Vásquez y Delgado se asociaron con el Earth Law Center para solicitar al Congreso de Perú el reconocimi­ento nacional de las abejas meliponas. La propuesta tiene como objetivo legalizar la protección de las abejas y aumentar las opciones de financiami­ento para que los meliponicu­ltores compren suministro­s y transporte a los mercados locales. No está claro si el proyecto se convertirá en ley, pero Vásquez ya ha visto cambios locales. El precio de la miel de abejas sin aguijón ha aumentado —antes era de US$3 por medio litro, pero ahora la misma cantidad cuesta hasta US$20. Los recolector­es de miel también están sembrando más sangre de grado, un árbol en el que anidan muchas especies de abejas meliponas. Familias enteras están asumiendo un papel más activo. “Todos estamos involucrad­os”, dijo Mechita Vásquez, meliponicu­ltora indígena en San Martín. “A las mujeres, a los hombres e incluso a los niños les gusta mucho”.

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FOTOGRAFÍA­S POR BRENDA RIVAS TACURY
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