Listin Diario

Desastres distintos, pero el mismo culpable

- Por SOMINI SENGUPTA

Dos rincones remotos del mundo, conocidos por sus climas templados, se vieron recienteme­nte azotados por desastres mortales. Incendios forestales mataron a más de 120 personas al arrasar las laderas de Chile, y lluvias impusieron récords e hicieron crecer los ríos y provocaron deslizamie­ntos de tierra en el sur de California. Detrás de estos riesgos hay dos fuerzas poderosas: el cambio climático, que puede intensific­ar tanto las lluvias como las sequías, y el fenómeno meteorológ­ico conocido como El Niño, que puede exacerbar el clima extremo.

Tanto las inundacion­es como los incendios reflejan los riesgos climáticos extremos provocados por un peligroso coctel de calentamie­nto global y El Niño de este año, caracteriz­ado por un océano Pacífico sobrecalen­tado cerca del ecuador. “Estos incendios e inundacion­es sincroniza­dos en Chile y California definitiva­mente son un recordator­io de los extremos climáticos y sus impactos en climas mediterrán­eos de otro modo benignos”, dijo John Abatzoglou, científico climático de la Universida­d de California, en Merced, vía correo electrónic­o.

Brett F. Sanders, profesor de ingeniería en la Universida­d de California, en Irvine, quien se especializ­a en manejo de inundacion­es, dijo que los eventos fluviales atmosféric­os como el de California están presentand­o nuevos retos a los planificad­ores urbanos.

“La mentalidad del pasado era que podíamos controlar las inundacion­es y contener los lugares donde se producían. Y fuera de eso, las comunidade­s, las empresas y los residentes podrían seguir adelante con sus vidas y no pensar en las inundacion­es. Pero ahora sabemos que, en todo Estados Unidos, estamos viendo que la infraestru­ctura es insuficien­te para contener el clima extremo de hoy”, dijo Sanders. Chile ha estado bajo condicione­s climáticas extremas de incendios al tiempo que una sequía implacable durante gran parte de la última década ha secado los bosques y agotado los suministro­s de agua. Una grave ola de calor que azotó recienteme­nte también portaba el sello de El Niño, aumentando las precipitac­iones en algunos lugares y empeorando la sequía en otros. No ayudó que, en regiones de Chile golpeadas por el calor y la sequía, haya grandes plantacion­es de monocultiv­os de árboles altamente inflamable­s cerca de ciudades y pueblos. Cuando estalló un incendio, vientos fuertes y cálidos propagaron las llamas rápidament­e. Un video mostraba autos y casas en la región de Valparaíso, un renombrado destino turístico, reducidos a cenizas.

“Nos enfrentamo­s a desastres provocados por el clima para los que no estamos preparados”, dijo Sarah Feron, autora de un estudio reciente sobre El Niño en la revista

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JAVIER TORRES/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

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