Listin Diario

Alcanzó el éxito, con su estilo

- Por STEVEN KURUTZ

“Hazme churro y fúmame cuando muera”, cantó Willie Nelson en el Hollywood Bowl durante la celebració­n de su cumpleaños número 90 en abril.

Llevaba un sombrero vaquero sobre un paliacate rojo y el cabello le caía por la espalda. Su guitarra, una acústica clásica curtida por los años llamada Trigger, colgaba del tahalí rojo, blanco y azul alrededor de su cuello. A su lado estaba su viejo amigo Snoop Dogg.

Fue uno de los muchos momentos memorables para Nelson en 2023. En febrero pasado, ganó un Grammy al mejor álbum country. En noviembre, después del lanzamient­o de su libro,

Nelson fue incluido en el Salón de la Fama del Rock & Roll. En diciembre, una retrospect­iva documental de cuatro partes, comenzó a

en Paramount+. transmitir­se vía

Pero hubo una época en que las perspectiv­as de Nelson parecían dudosas. El Willie Nelson de la década de 1960 parecería no tener nada en común con el “vaquero cósmico” (como él mismo se describió en una ocasión) que el público ama. En la portada de su álbum de 1962 tiene el cabello corto, viste traje y luce una sonrisa ansiosa. En su álbum de 1968, está jugando golf con una mujer joven en minifalda. Los álbumes se vendieron mal y Nelson, radicado en Nashville, Tennessee, se sintió frustrado por su falta de agencia en RCA Records.

En 1972 se estableció en Austin, Texas, conocida por su política progresist­a y mezcla de estilos musicales, desde conjunto hasta Se dejó crecer el cabello, usó pantalones de mezclilla y camisetas en sus conciertos y redobló la mariguana como su estimulant­e de estado de ánimo preferido.

Para evitar que el sudor le entrara en los ojos, llevaba un paliacate rojo alrededor de la frente. Se dejó crecer las patillas y luego una barba desaliñada. La nueva apariencia se adaptaba a los tiempos cambiantes, aunque no fue algo calculado.

“Se sintió bien dejarme crecer el cabello”, reflexionó Nelson en su autobiogra­fía de 2015,

“Se sentía bien subir al escenario con los mismos que había usado todo el maldito día. En mi opinión, me estaba convirtien­do exactament­e en la persona que era”.

También logró salvar una brecha en la vida cultural estadounid­ense. Como dijo Turk Pipkin, que ha coescrito dos libros con Nelson: “Él unió a los hippies y a los sureños”. En 1973, organizó el primero de lo que se convertirí­a en un evento anual, el Picnic del 4 de julio de Willie Nelson. El concierto, en un rancho en Texas, atrajo tanto a fans de la música como a progresist­as que estaban descubrien­do su música a través de álbumes como

lanzado en su nuevo sello, Atlantic Records.

La voluntad de Nelson de seguir sus instintos fue una clave de su éxito, dijo Peter Blackstock, periodista del

Las contradicc­iones han definido su vida y su trayectori­a. Nelson es alguien que posee una casa en Maui, Hawái, pero también opera Willie’s Place, una parada de camiones y planta de procesamie­nto de biodiesel en Carl’s Corner, Texas. Ha impartido escuela dominical en Fort Worth, Texas, y elogiado a Las Vegas, Nevada, por su “energía vividora”. Sus bienes han sido confiscado­s por el Departamen­to de Hacienda de EE. UU. y cantó en un concierto benéfico para veteranos en 2014 con el presidente Barack Obama.

“El pensamient­o común en el caso de casi todos nosotros es ver las cosas como posiciones contrarias”, dijo Pipkin. “Willie no necesariam­ente las ve como contrarias. No ve al multimillo­nario y al vagabundo de manera diferente”.

O, como dijo Nelson en su autobiogra­fía: “Soy un hombre de muchas partes”.

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JAMES ESTRIN/THE NEW YORK TIMES

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