CONSERVACIÓN
El planeta Tierra posee una gran biodiversidad, muchas formas de vida establecen relaciones ecológicas en las que la materia y la energía se reciclan en el sistema, estableciendo un equilibrio perfecto. En la relación de los seres humanos con la Tierra, el mayor peligro no reside tanto en las amenazas naturales sino en la relación del “hombre moderno” con el planeta a través de sus concepciones y de su estilo de manejo.
En todos los ecosistemas, los suelos cumplen con importantes funciones de las cuales se derivan servicios ambientales indispensables para el sostenimiento tanto del ecosistema como de la vida humana. No obstante, el suelo cumple con otras funciones igualmente trascendentes, como la de constituir un medio filtrante que permite la recarga de los acuíferos, influyendo también en la calidad del agua. El contenido de carbón almacenado en el primer metro del suelo constituye la tercera fuente más importante de carbono. Este secuestro de carbono en el suelo reduce su liberación a la atmósfera como CO2, uno de los principales gases “invernadero” responsables del calentamiento global. La conservación de los suelos se puede convertir en una de las más importantes actividades para la resiliencia y adaptación al cambio climático. Creando ecosistemas sanos que contribuyan a la conservación de la biodiversidad constituye la red vital de la que dependen los alimentos, el agua, un clima estable y el crecimiento económico.
El principal impulsor de la pérdida de biodiversidad es el uso de la tierra por parte de los humanos, principalmente para la producción de alimentos. La actividad humana ya ha alterado más del 70 % de toda la superficie sin hielo. Alterar la tierra para el uso agrario, puede suponer para muchas especies animales y vegetales la pérdida de su hábitat y el enfrentamiento a la extinción. El cambio climático ha transformado los ecosistemas marinos, terrestres y de agua dulce en todo el mundo. Ha provocado la pérdida de especies locales, el aumento de enfermedades y ha impulsado la mortalidad masiva de plantas y animales, dando lugar a las primeras extinciones provocadas por el clima. La conservación y restauración de los espacios naturales, tanto en la tierra como en el agua, es esencial para frenar las emisiones de carbono y adaptarse a un clima ya cambiante. Alrededor de un tercio de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que se necesita en la próxima década podría lograrse mejorando la capacidad de la naturaleza para absorber las emisiones.
¡Echemos un vistazo a nuestros suelos!
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