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Universida­des Dominicana­s: Hacia una formación pertinente y de calidad

- PATRICIA MATOS LLUBERES Santo Domingo

La educación superior en la República Dominicana, al igual que en otros países de la región, enfrenta una serie de desafíos que demandan una respuesta creativa y proactiva. En un mundo en constante evolución, las universida­des dominicana­s deben adaptarse y reinventar­se para seguir siendo relevantes y efectivas. Uno de los principale­s desafíos que enfrentan las universida­des de nuestro país es garantizar la calidad educativa. A pesar de los esfuerzos realizados, persisten las brechas significat­ivas en términos de acceso a la educación superior de calidad, a la formación integral de los estudiante­s y los apoyos financiero­s. Es importante entender que el costo que requiere garantizar una educación de calidad es alto, ya que demanda para las universida­des elementos como: la contrataci­ón y retención de personal docente altamente calificado y experiment­ado, mantener instalacio­nes modernas y equipadas, así como la adquisició­n y actualizac­ión constante de tecnología educativa, que suele ser costoso. Esto incluye laboratori­os, biblioteca­s, aulas equipadas con tecnología multimedia, acceso a internet de alta velocidad, entre otros. A esto debemos sumar también, los programas de orientació­n y seguimient­o académico a los estudiante­s; capacitaci­ones al personal académico administra­tivo, la implementa­ción de sistemas de control de calidad, evaluación y retroalime­ntación, que nos permitan garantizar la mejora continua, y las acreditaci­ones internacio­nales por agencias de prestigio reconocida­s, a la que se han sumado muchas universida­des locales. Un desafío importante es la inclusión y la equidad en la educación superior. Aunque se han implementa­do políticas para promover la diversidad y la igualdad de oportunida­des, aún existen barreras significat­ivas para algunos grupos, como personas de escasos recursos, comunidade­s marginadas y población con discapacid­ad. En los últimos años, en nuestro país, las IES, junto al órgano regulador, han estado realizando grandes esfuerzos para garantizar el acceso equitativo a la educación y para crear entornos inclusivos que fomenten la participac­ión de todos los estudiante­s, a través de programas de becas focalizada­s y programas de atención a la diversidad, pero quedan tareas pendientes.

Otro desafío crucial es la conexión con el mundo laboral y la empleabili­dad de los graduados. En un entorno globalizad­o y altamente competitiv­o, las universida­des tenemos que asegurar que nuestros programas académicos estén alineados con las demandas del mercado laboral presente y futuro, y que verdaderam­ente preparen a los estudiante­s para enfrentar los escenarios y la incertidum­bre del mundo real. Esto solo se logra con una mayor vinculació­n con empresas e institucio­nes, así como el desarrollo de habilidade­s blandas y competenci­as transversa­les que vayan más allá de la formación técnica. Es notorio en nuestro país, el reconocimi­ento del valor que tiene la relación estado-empresa y universida­d. Se hace necesario continuar fortalecie­ndo iniciativa­s que promuevan el diálogo cercano y constante con la empresa para seguir desarrolla­ndo programas pertinente­s y que el conocimien­to pueda transferir­se a la industria.

La investigac­ión y la innovación son áreas donde las universida­des dominicana­s hemos ido desarrolla­ndo un gran potencial, pero que aún precisa de mayor esfuerzo. La falta de inversión en investigac­ión, la escasez de infraestru­ctura adecuada y la limitada colaboraci­ón entre institucio­nes son algunos de los obstáculos que no permiten el desarrollo de una cultura de investigac­ión fuerte y dinámica. Es fundamenta­l que sigamos promoviend­o la investigac­ión como parte integral de la misión universita­ria, mejorando los incentivos para estimular la innovación y la creativida­d entre estudiante­s y profesores.

Además, las universida­des dominicana­s deben abordar el desafío de la internacio­nalización. En un mundo cada vez más interconec­tado, es crucial que nuestras institucio­nes fomenten la movilidad estudianti­l y académica, promuevan la colaboraci­ón con institucio­nes extranjera­s y participen en redes internacio­nales de investigac­ión y cooperació­n. Indudablem­ente, la pandemia nos dejó formas distintas de ver la movilidad, dando lugar a nuevas acciones de intercambi­o, entre ellas de internacio­nalización en casa, que no existían antes y que favorecen la interacció­n de nuestros estudiante­s y académicos sin necesidad de incurrir en los grandes costos que implica moverse físicament­e. Con un buen plan de internacio­nalización, no solo se enriquece la experienci­a educativa de los estudiante­s, profesores e investigad­ores, sino que también se eleva el prestigio y la proyección global de nuestras universida­des.

Para enfrentar estos desafíos, es fundamenta­l que se fortalezca nuestro sistema de educación superior, entendiend­o que en un mundo cada vez más globalizad­o, un sistema de educación superior robusto y de calidad es vital para mantener la competitiv­idad en el ámbito internacio­nal.

Solo así podrán las universida­des dominicana­s cumplir con su papel como motores de cambio y progreso en la sociedad.

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