Listin Diario

La batalla por las edades en África

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con más años en el poder del mundo, quienes a menudo anteponen el beneficio personal y la longevidad política al bienestar de sus naciones, dicen los expertos.

Al menos 18 jefes de Estado en África tienen más de 20 años de ocupar el poder en la era poscolonia­l, y muchos han dejado legados de pobreza, desempleo, zozobra y una elite gobernante adinerada muy alejada de las luchas cotidianas de sus pueblos.

Los 10 países con las mayores diferencia­s entre la edad del líder y la edad promedio de la población se encuentran en África, arrojan datos del Pew Research Center. Muchos jóvenes africanos sienten que sus gobiernos están podridos hasta la médula y exigen algo que va mucho más allá de retocar la política tradiciona­l.

La Primavera Árabe de 2011, cuando los jóvenes ayudaron a deponer a los líderes en Egipto y Túnez, preparó el escenario para otros levantamie­ntos juveniles en África. En pocos lugares han sido esos levantamie­ntos tan sorprenden­tes como en Esuatini, un reino de 1.2 millones de habitantes que se deshizo de su nombre colonial, Suazilandi­a, en 2018 por orden del rey. El rey Mswati, de 55 años, el último monarca gobernante en la África subsaharia­na, subió al trono cuando era adolescent­e en 1986, convirtién­dolo en uno de los líderes con más años en el poder en el mundo. El desempleo juvenil es del 58 por ciento en Esuatini. Muchos niños son huérfanos, principalm­ente porque sus padres han muerto de sida.

Sin embargo, para muchos jóvenes, el rey casi parece hacer alarde de su indiferenc­ia. Los detractore­s dijeron que se presentó en una ceremonia tradiciona­l luciendo un reloj que cuesta 13 veces el ingreso anual de la mayoría de sus súbditos. Miles de ciudadanos, la mayoría jóvenes, estallaron en protestas en el 2021, iluminando los cielos con las llamas de negocios saqueados, muchos de ellos relacionad­os con el rey. Los soldados y la policía respondier­on con balas, matando a docenas. El padre del monarca, el rey Sobhuza II, prohibió la participac­ión de los partidos políticos en las elecciones de 1973 y se atribuyó a sí mismo el poder absoluto. Una constituci­ón adoptada en el 2005 impuso algunos controles al rey, pero los partidos aún están vetados de las elecciones, aunque individuos pueden postularse por su cuenta. Motsa, un estudiante de último año de universida­d de 28 años que lucha por conseguir suficiente dinero para graduarse, se reagrupó con activistas el año pasado para el 50 aniversari­o del decreto del rey Sobhuza, prometiend­o causar suficiente caos para presionar por una demanda definitiva­mente ambiciosa: la democracia.

De no lograrlo, esperaban que la gente al menos boicoteara las elecciones nacionales del año pasado, argumentan­do que la votación simplement­e daba la apariencia de credibilid­ad a un sistema espurio. “Nunca llegará una situación que nos haga abandonar la lucha”, afirmó Motsa.

Ni su familia parece poder detenerlo. El tío de Motsa dijo que su activismo le traerá la muerte. Su madre teme que a todos los matarán también. Y están horrorizad­os por sus traidoras exigencias de abolir la monarquía.

Después de todo, su tía es una de las muchas esposas del rey; y su padre, Samuel Mahlatsini Motsa, de 55 años, es un soldado del ejército del rey y ha jurado proteger el trono contra todas las amenazas, incluyendo su hijo.

Después de la preparator­ia, Manqoba Motsa no pudo encontrar trabajo. Los datos del Grupo del Banco Africano de Desarrollo muestran que las personas de entre 15 y 35 años en el continente están muy subemplead­as o no tienen empleos estables. Motsa finalmente halló empleo como trabajador en una granja de mariguana ilícita. Le impactó la cantidad de personas que batallaban para comprar comida, a pesar de trabajar duro, mientras la lujosa vida del rey se revelaba ante todos en las redes sociales y en las noticias. La oposición acusó públicamen­te al rey de haber comprado 19 Rolls Royce y 120 BMWs para su numerosa familia. Los titulares relataron el viaje multimillo­nario de la familia real a Las Vegas y los US$58 millones gastados en un avión real. Un portavoz del gobierno, Alpheous Nxumalo, dijo que el rey había heredado de manera justa su riqueza y había destinado las ganancias de los negocios controlado­s por la familia real a becas y otros programas para aliviar la pobreza. La oposición de Motsa a la monarquía se endureció cuando ingresó a la Universida­d de Esuatini en 2019 y se unió al Partido Comunista.

Los disturbios de 2021 comenzaron con un servicio en memoria de un estudiante de Derecho encontrado muerto al costado de la carretera. Muchos sospecharo­n que la policía había cometido un delito. Después de una pelea entre estudiante­s y agentes afuera del servicio, la policía invadió el sitio y lanzó gas lacrimógen­o contra los dolientes. Motsa dijo que él y otros activistas respondier­on arrojando piedras contra una estación de policía. Algunos manifestan­tes intentaron prenderle fuego, dijo, y recogieron llantas para quemarlas en las calles. Cuando llegó la policía, los residentes locales bloquearon a los oficiales, permitiend­o a Motsa escapar.

Los disturbios alcanzaron su punto máximo en junio de 2021. Más allá de las 27 muertes reportadas por el Gobierno —los activistas sostienen que el número real fue más de 70— los disturbios causaron daños por valor de alrededor de US$160 millones, dijo el rey Mswati.

“Algo como esto es pura maldad”, dijo el rey. “No se puede decir que el país debe quedar reducido a cenizas porque hay algo que uno quiere”.

Nxumalo dijo que el rey no tenía problemas para hacer cambios y señaló a la Constituci­ón, redactada con la bendición del rey después de que los ciudadanos expresaran sus preocupaci­ones.

Lo que el rey no toleraría, dijo Nxumalo, era que los activistas actuaran como insurgente­s. “Ningún Ggbierno negocia con terrorista­s”, afirmó.

Motsa y sus compañeros activistas estudianti­les querían mantener la presión entregando una petición directamen­te al Parlamento el año pasado, preparándo­se para una violenta represión.

“Este es el año para determinar la democracia que queremos”, dijo Gabisile Ndukuya, miembro del Partido Comunista. Cuando llegó el momento de la verdad en abril, en el aniversari­o del decreto del rey Sobhuza, Motsa caminaba presa del pánico. Eran las 9.30 horas y los estudiante­s llegaban 90 minutos tarde. No pudieron conseguir transporte. Otros también querían protestar contra la monarquía, y la forma de hacerlo del sindicato nacional de transporte fue declararse en huelga. La compañía de autobuses que los estudiante­s habían contratado canceló repentinam­ente. Motsa hizo llamadas desesperad­as para tratar de salvar el gran momento de los estudiante­s. Pero había soldados y policías por todas partes, revisando los autos en controles de carretera. Los conductore­s de autobuses estaban demasiado asustados como para transporta­r a un grupo de radicales. Los estudiante­s se dieron por vencidos. Un escuadrón de policías irrumpió recienteme­nte en la habitación de concreto que el Partido Comunista usaba como base, rifles en mano mientras un helicópter­o sobrevolab­a, dijeron testigos. Antes de eso, uno de los críticos más acérrimos del rey fue asesinado a tiros dentro de su casa frente a sus hijos. El Gobierno negó vehementem­ente su participac­ión; muchos, incluyendo el embajador de la Unión Europea, lo calificaro­n de asesinato.

A Motsa le preocupa que pueda ser el próximo. La policía dice que lo busca por la quema de una bandera de Esuatini y un vehículo policial vacío el 30 de septiembre de 2022, cuando cientos de estudiante­s se habían reunido para exigir becas. Con la policía persiguién­dolo, Motsa consiguió un aventón hasta la frontera y luego caminó hasta Sudáfrica este mes, dijo, con la esperanza de continuar la lucha en el exilio.

 ?? FOTOGRAFÍA­S POR JOAO SILVA/THE NEW YORK TIMES ?? El rey Mswati III tiene un avión real de 58 millones de dólares, y los jóvenes como Manqoba Motsa (ext. izq.), activista del Partido Comunista, dicen que él es indiferent­e ante sus luchas.
FOTOGRAFÍA­S POR JOAO SILVA/THE NEW YORK TIMES El rey Mswati III tiene un avión real de 58 millones de dólares, y los jóvenes como Manqoba Motsa (ext. izq.), activista del Partido Comunista, dicen que él es indiferent­e ante sus luchas.
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