Un director, tras las ‘pequeñas joyas’ de Tokio
TOKIO — En lo que respecta a inspiración artística, los baños públicos no suelen conmover el espíritu. Por otra parte, la mayoría de los baños públicos no es como los de Tokio.
Por eso, cuando Wim Wenders, el director de cine alemán de películas de arte como y
recorrió por primera vez más de una docena de edificios de baños públicos en la capital japonesa en la primavera de 2022, quedó encantado por lo que describió como “pequeñas joyas” diseñadas por ganadores del Premio Pritzker, entre ellos Tadao Ando, Shigeru Ban y Kengo Kuma. Esos elegantes inodoros proporcionaron la chispa creativa para su película más reciente, nominada para un Premio de la Academia en la categoría de largometraje internacional.
La película, un conmovedor estudio del personaje de un limpiador de baños públicos con un pasado misterioso que vive una existencia espartana y trabaja con el cuidado de un maestro artesano, tuvo sus raíces en un poco de propaganda. Wenders había sido invitado a Japón por un destacado hombre de negocios que esperaba que el director quisiera hacer una serie de cortometrajes sobre los baños, que habían sido concebidos como escaparates del arte y la maestría de la higiene japoneses.
Koji Yanai, hijo del fundador de Fast Retailing (el gigante de la ropa más conocido por su marca Uniqlo), había encabezado el proyecto de baños públicos para que fuera una muestra arquitectónica de “orgullo japonés”. Construidos originalmente para recibir al mundo durante los Juegos Olímpicos de verano previstos para 2020, los baños no tuvieron su momento porque la pandemia obligó a aplazar los Juegos hasta 2021, que entonces se celebraron sin espectadores.
Yanai buscaba otro camino para la promoción. Contactó a Takuma Takasaki, guionista y director creativo de Dentsu, la firma de publicidad más grande de Japón. Takasaki sugirió contratar a un cineasta —Quentin Tarantino, tal vez, o alguien como Martin Scorsese o Steven Spielberg. En la lista de deseos también figuraba Wenders, y Yanai, fan desde la universidad, recordó que el director ya tenía interés en Japón, habiendo realizado un documental, un diario visual y un homenaje al director japonés Yasujiro Ozu. Cuando llegó la invitación en medio de la pandemia, Wenders sentía nostalgia por Japón, que no había visitado en ocho años. Y estaba consternado por el deterioro del espíritu cívico durante la pandemia, cuando residentes destrozaron un parque cerca de su casa en Berlín. En Tokio, y en particular en los baños de diseñador, creía ver la encarnación de impulsos más puros como la limpieza y la cooperación comunitaria.
“Nunca he visto ningún inodoro en ningún lugar del mundo que estuviera hecho con tanto cuidado al detalle”, dijo Wenders. Decidió que quería hacer una película cuyo personaje central fuera un limpiador de baños. Yanai sugirió a Koji Yakusho, uno de los actores más conocidos de Japón. Takasaki se reunió con Wenders en Berlín y en sólo tres semanas escribieron el guión, que está íntegramente en japonés. Wenders desarrolló el personaje para convertirlo en un hombre que presta silenciosa atención al detalle y deriva gozo de preciadas cintas de o de las sombras de las hojas en el suelo. Él quería que el personaje fuera un “hermoso signo de reducción”.
“Solo podremos mejorar el planeta y el clima si aprendemos a reducirnos”, afirmó.
Yakusho, quien pasó dos días con un limpiador de baños aprendiendo sus técnicas, ganó el premio al mejor actor en Cannes la primavera pasada. Reconoció que su interpretación de un hombre simplemente feliz podría parecer idealista. “Creo que mucha gente, cuando consigue lo que quiere, inmediatamente empieza a querer algo más”, dijo. “Nunca se puede escapar de ese tipo de pensamiento”. Pero incluso si el personaje era “demasiado ideal y no existe en la vida real, creo que es valioso esforzarse por ser más así”, dijo Yakusho.