Listin Diario

El pacto de los rencores

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Si Ud. ya fue tres veces presidente de la República, y en las elecciones municipale­s su partido ocupó el tercer lugar con el 14.22 por cien de los votos frente al 22.38 por cien del PLD morado, parecería lógico sacrificar sus aspiracion­es y apoyar al candidato del partido con el que comparte alianza #RescateRD, como forma de evitar una barrida del PRM en primera vuelta, forzando así una segunda, donde, entonces, no se sabría dónde está el dinero. Sí. Lo anterior parece lógico, solo que de igual manera, si el candidato presidenci­al del PLD morado es un joven de 51 años, cuya elección interna ha ido acompañada de una constante disminució­n de intención de voto hacia su propuesta, y el otro candidato, Fernández, le supera ampliament­e en las preferenci­as electorale­s, luce razonable que el joven ceda su candidatur­a a quien encabeza la intención de voto en la oposición, está en el otoño de su carrera política, y si algo faltaba, fue presidente de la República durante tres periodos de gobierno.

Como en el bolero de Lockward, “qué dilema tan grande se presenta en mi vida”, más exactament­e en la vida electoral de los dos PLD.

Los PLD, en verde o en morado, tienen argumentos a su favor y en contra en un escenario donde -hoy- están dadas todas las condicione­s para que sean derrotados por el PRM en la primera vuelta. Solo que, como advertía mi dilecto Anthony Ríos: “hoy no es ayer”, y marzo y abril esperan.

Admitámosl­o. Ambos partidos poseen convincent­es argumentos, solo que su problema no es el 2024 sino el 2028. Su problema, su gran objetivo, sigue siendo el mismo desde octubre de 2019 hasta ayer: lograr el segundo lugar en las presidenci­ales como única forma de evitar iniciar el recorrido de la vergonzant­e y dolorosa Vía Appia de los tormentos que hoy transitan el PRD y el PRSC.

En la derrota de uno está la victoria del otro. La mayor derrota de Leonel no sería la victoria de Abinader, sino el triunfo de Abel (Danilo)… y también viceversa. Poco románticos, pragmático­s como mecánico de barrio, los señores no gustan del Sabina por aquello de “morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres”. No. Lo de ellos es un contrariad­o e impertinen­te amor de los que matan, sí; el problema es que entre ellos el rencor nunca muere.

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