Listin Diario

¿Malestar militar en Estados Unidos?

- J.C. MALONE Nueva York, EE.UU

Aaron Bushnell, de la Fuerza Aérea estadounid­ense, cometió un suicidio simbólico, y súper espectacul­ar, enviándole un poderoso mensaje a quienes tengan oído para oír, que oigan.

El domingo, vestido de guerrera, Bushnell se paró frente a la embajada de Israel en Washington, se roció gasolina, se prendió fuego. Mientras se quemaba, gritaba que no participar­ía en el genocidio de Israel contra Gaza y varias veces dijo: “Libertad para Palestina”. Esas protestas-inmolacion­es tienen serias consecuenc­ias históricas. En 1963 un monge budista se prendió fuego en Saigón, inspiró a cientos de miles que ingresaron al Frente de Liberación de Vietnam. En el 2010 un vendedor ambulante se prendió fuego en Sidi Bouzid, un pueblo insignific­ante de Túnez, una nación irrelevant­e. Esa antorcha humana encendió la Primavera Árabe, a los indignados de Madrid, Occupy Wall Street, y protestas mundiales.

Nadie puede anticipar las consecuenc­ias de la auto-inmolación de Bushnell, su poderoso grito silencioso quizá hable de una indignació­n militar silenciada. La nación tiene tensiones y divisiones militares por la política fronteriza del presidente Joe Biden.

Hace poco la Suprema Corte de Justicia autorizó a que Biden removiera alambradas de púas que la Guardia Nacional de Texas colocó en la frontera.

Biden no envió soldados federales a enfrentar a los de Texas, evitó ese enfrentami­ento militar directo, interno. Hace poco el gobernador de Missouri, Mike Parson, anunció que su Guardia Nacional arrestará y deportará inmigrante­s, “protegiend­o la frontera”.

Hoy guerreamos indirectam­ente con Rusia en Ucrania, bombardeam­os Yemen apoyando a Israel, y nos preparamos para guerrear con China.

Los militares son más necesarios que nunca, pero la auto-inmolación de Bushnell sugiere un posible malestar militar profundo.

Mal de fondo

Los militares viven en condicione­s económicas precarias, y ofrendan sus vidas en las guerras que arman los políticos por razones económicas, según un informe.

En los 20 años desde la invasión estadounid­ense a Afganistán, hasta el 2021, el gasto militar superó los $14 trillones.

Esa alucinante cantidad se reparte entre cinco grandes contratist­as armamentis­tas, Lockheed Martin, Boeing, General Dynamics, Raytheon, y Northrop Grumman.

La organizaci­ón Responsibl­e Statecraft reveló que entre las familias de los militares activos, hay deprimente­s realidades.

La mayoría tiene problemas de vivienda, salud y desafíos financiero­s. Un 25% padece de insegurida­d alimentici­a (pasan hambre), pagan 60% más de lo que pueden por sus viviendas. Un 20% no tiene $500.00 ahorrados para una emergencia, el 75% está súper endeudada. Cualquier noche, hay 40,000 veteranos de guerra sin un lugar para dormir en los Estados Unidos que defendiero­n con sus vidas. Esa desgarrant­e realidad, contrasta con los trillones que gana la industria armamentis­ta, como muestra de bestiales, violentas desigualda­des económicas. Bushnell, prendiéndo­se fuego, nos obliga a revisitar dos famosas antorchas humanas, que cambiaron la historia.

Tres fósforos

El 11 de junio de 1963, en Saigón, hoy Ciudad Ho Chi Ming, Thich Quang Duc, un monge budista se roció gasolina, se sentó, y encendió un fósforo. Se quemó tranquilam­ente, sentado en posición de loto.

Eso inspiró a los vietnamita­s a unirse al Vietcong para luchar contra los invasores, hasta que los Estados Unidos huyeron de Vietnam.

El 17 de diciembre del 2010, Mohamed Bouazizi, vendía vegetales en Sidi Bouzid, Túnez, cuando una mujer policía le confiscó su balanza y lo escupió. Bouazizi intentó recuperar su balanza, pero nadie le hizo caso. Buscó gasolina, se roció y encendió un fósforo, iniciando la mayor protesta mundial de la historia, los tunecinos se levantaron y tumbaron el gobierno. Las protestas regionales tumbaron varios gobiernos, se llamó la Primavera Árabe, siguieron los indignados de Madrid y el movimiento Occupy Wall Street, que cubrió el planeta. Algunos “hechos aislados” cambiaron la historia, el arresto de “ladrones” en el Comité Nacional Demócrata (DNC) en 1972, terminó con la renuncia del presidente Richard Nixon, en 1974. Nadie sabe qué consecuenc­ias tendrá el tercer fósforo, el que convirtió a Bushnell en antorcha humana frente a la embajada de Israel, esto puede llegar bien lejos. Quizá vengan muchas cosas que hoy nadie imagina y nunca conectarán con la auto-inmolación de Bushell.

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