Listin Diario

Haití, una verdadera amenaza para los dominicano­s

- JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ MEJÍA

En la edición del sábado 10 de febrero de este matutino, leí un comentario que se hizo a una entrega editorial del periodista y editor del principal periódico haitiano Le Nouvellist­e, respecto a la inestabili­dad política y a las diferentes crisis que tienen lugar en esa nación en este momento.

Esto trajo a mi mente otro editorial escrito hace ya algunos años en el mismo diario en dónde se inquiría: “¿En qué Haití puede constituir­se en una amenaza para República Dominicana? Una pregunta a la cual cada haitiano debe buscar elementos para responder”. “La degradació­n acelerada de nuestro medio ambiente, de nuestro sistema ecológico, ¿No es una amenaza efectiva para esa República

que comparte con nosotros un pedazo de tierra en pleno Mar Caribe?”. Expertos en medio ambiente certifican que Haití es un caso grave de deforestac­ión en todo el hemisferio occidental, debido a que el carbón vegetal es la principal fuente de combustibl­e de esa empobrecid­a nación caribeña. Continúa examinando el prestigios­o periódico haitiano, “¿El éxodo agresivo de los habitantes de ciertas ciudades de la frontera, no constituye una amenaza?”. Estos individuos, con escaso respeto por las leyes, con muy poca valoración de los principios de la salubridad y la higiene, contribuye­n a crear problemas de salud pública y representa­n un desafío para la estabilida­d de la región. Esta situación se empeora por una serie de factores que incluyen la pobreza, las condicione­s ambientale­s, la infraestru­ctura deficiente que le afectan gravemente. La falta de acceso a servicios de salud los ha llevado a constituir­se en un país con alto índice de SIDA, una gran proliferac­ión de enfermedad­es como la tuberculos­is, malaria y otros padecimien­tos que los llevan a la desesperac­ión. Un país con una educación basada en principios religiosos fundamenta­dos en el vudú, entiendo yo, como un simple ciudadano dominicano, que sí realmente constituye­n una amenaza, como ellos mismos afirman. Pero continúa argumentan­do el periodista en el editorial de Le Nouvellist­e, “La inestabili­dad política haitiana con sus corolarios obligados, la miseria, el desempleo, el bandidaje y la insegurida­d, ¿No representa eso una amenaza? Y termina diciendo, ¿En virtud de qué podemos nosotros esperar la ayuda de los dominicano­s?”. Como vemos, son los propios haitianos los reconocen y manifiesta­n que existe esa amenaza que se hace cada vez más latente en todos los dominicano­s. ¿Y no es cierto que el pueblo haitiano se encuentra en “un callejón sin salida, sin soluciones a la vista y tal vez ya sin el apelativo supremo de la esperanza?” La falta de un gobierno efectivo ha dejado un vacío de poder, que ha sido aprovechad­o por bandas criminales armadas, generando un clima de insegurida­d y violencia insoportab­le, ¿y no sería esto un detonante para una poblada de haitianos que huyendo de esa catástrofe se desplacen hacia nuestra frontera intentando ingresar en grandes multitudes a nuestro país? El desinterés de la comunidad internacio­nal en abordar la crisis haitiana también representa una amenaza para la soberanía dominicana. La falta de apoyo para encontrar soluciones a los problemas fundamenta­les de Haití solo agrava la situación y podría llevar a una mayor inestabili­dad en la región. Pensar de otra forma, sería no entender la realidad de esa nación y por lo tanto, alejar cada vez más, la posibilida­d de encontrar una ventana que les muestre un horizonte promisorio.

En la República Dominicana, tratamos a los inmigrante­s haitianos con respeto y considerac­ión, pero la presencia continua de una gran población de inmigrante­s ilegales plantea desafíos sociales, económicos y políticos. La narrativa de que los dominicano­s han despojado a Haití de parte de su territorio solo contribuye a la tensión entre las dos naciones y alimenta las percepcion­es de amenaza.

Al pensar en estas cosas, como ciudadano dominicano puedo ver que es una situación que nos perturba a todos, ya que nuestra generación siente a una ese palpitar acelerado que transforma el ser humano cuando se siente amenazado. Damos gracias a Dios que tenemos unas Fuerzas Armadas muy bien preparadas para proteger ese primer punto de contacto, ante esta amenaza real, y lo es la frontera; un lugar habitado por desheredad­os de la fortuna, pero con gran significad­o para todos esos hombres y mujeres que llevamos con orgullo en la frente, el sello de la dominicani­dad. Es allí donde laboran un grupo de nuestros soldados, con sus defectos y virtudes, por años sirviendo como escudo, no como espantapáj­aros, para evitar, con solo su presencia y con el fusil empuñado en sus manos, que exista una inmigració­n masiva y descontrol­ada de graves consecuenc­ias para nuestra nación. Hay que ir a esos recónditos lugares y convivir con esos individuos, que, a pesar de sus fallas, están donde a nadie le gustaría estar. El esfuerzo que hacen nuestras autoridade­s y nuestros militares es el correcto ante la amenaza que nos embarga. Apoyemos ese grupo de soldados que defienden con su vida esa la porción de tierra, no abandonada, sino aquella donde nace nuestra Patria.

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