Este viejo oficio que nace la curiosidad
Hay un problema mayor con la industria del que nadie quiere hablar. Los despidos no están ocurriendo sólo entre los humildes críticos de sonidos melodiosos, sino en todo el negocio de
LOGROÑO, ESPAÑA TOMADO DE DIARIO LA RIOJA
Cumpliendo estas premisas en apariencia sencillas uno puede empezar a montar lo mismo un reportaje humano sobre una anciana con orden de desahucio que una crónica política que sacuda la raigambre de una corporación municipal, pongamos por caso. Suscríbete y disfruta una experiencia sin límites. Entérate de las noticias que importan, mantente al día con los últimos acontecimientos y profundiza en el análisis de la actualidad. Disfruta de acceso sin límites a nuestras secciones desde cualquier dispositivo. HYPERLINK “https:// areapersonal.larioja.com/suscripcion/”+ información El problema es que este elemental proceso de hacerse las preguntas adecuadas, encontrar las respuestas satisfactorias y contarlas de manera inteligible a tu audiencia choca en numerosas ocasiones con los intereses de quienes se tienen aprendida esa cantilela de que la información es poder y se esfuerzan por manejarla de forma interesada, falsearla o, directamente, ocultarla. Estamos hablando, sí, de gobiernos, administraciones, instituciones, entramados empresariales... De todo organismo o individuo que no comprende o no quiere saber que la información no es poder, es un derecho. Un derecho fundamental, constitucional en cualquier estado democrático, que ayuda al ciudadano, a base de información veraz, relevante y honesta, a entender su entorno, a tomar decisiones y a sentirse por tanto un ser libre. Y los periodistas somos los guardianes de ese derecho, ni más ni menos. Pero sucede también, y yo diría que cada vez de manera más frecuente y peligrosa, que los enemigos de esa información veraz, relevante y honesta no se encuentran siempre al otro lado de las puertas de las redacciones sino que también operan, de manera consciente o inconsciente, desde el seno del propio colectivo periodístico.
Creo que me he metido en un jardín, pero qué le voy a hacer; así me ha salido. No pienso darle a la teclita de borrar sino que aprovecharé las lineas que me quedan de este artículo para explicarme de la mejor manera posible. Como no es mucho, comenzaré reformulando mi párrafo anterior en una única frase, corta y sencilla: al periodismo nos lo estamos cargando desde dentro.
Una infalible manera de hacerlo es volcando buena parte de nuestros esfuerzos a la elaboración de contenidos banales, superficiales, intrascendentes. Siempre ha habido, es verdad, un huequecito desengrasante en el periodismo para estos menesteres (un chascarrillo de sociedad, el sucedido insólito, lo impúdico, lo bizarro) pero nunca hasta ahora se les había dado tanto protagonismo en el menú informativo que sirven los medios de comunicación a sus audiencias.