¿Cuartel de las pandillas? Las prisiones
CIUDAD DE MÉXICO — En enero, el ejército de Ecuador fue enviado a tomar el control de las cárceles del país, después de que dos cabecillas importantes se fugaran y las bandas criminales organizaran con rapidez una serie de disturbios que paralizaron la nación.
En febrero, dos reclusos en Brasil, con vínculos con una pandilla importante, se convirtieron en los primeros en escapar de una de las cinco prisiones federales de máxima seguridad del país, según las autoridades.
Y en Colombia también el mes pasado, las autoridades declararon una emergencia en sus prisiones, después de que dos guardias fueron asesinados y varios más han sido blancos, en lo que el gobierno calificó de represalias por su mano dura contra las principales organizaciones delictivas.
Al interior de las cárceles de Latinoamérica, los grupos criminales ejercen una autoridad irrestricta sobre los presos, a quienes brindan protección o artículos básicos como comida, a cambio de dinero.
Las prisiones también sirven como un refugio seguro para que los líderes criminales encarcelados dirijan, a distancia, sus grupos delictivos en el exterior, ordenando asesinatos, organizando el contrabando de drogas a Estados Unidos y Europa y coordinando secuestros y extorsiones a negocios locales. Cuando las autoridades intentan restringir el poder que los grupos criminales ejercen tras las rejas, sus líderes mandan a sus secuaces en el exterior para contraatacar. “El principal centro de gravedad, el control que tiene el crimen organizado, está dentro de los recintos penitenciarios”, dijo Mario Pazmiño, coronel retirado y ex director de inte