El duelo por el fin del viaje mágico de un búho
El 23 de febrero, Pjetar Nikac, superintendente de un edificio de departamentos de ocho pisos cerca de Riverside Park, en Nueva York, notó un objeto en el piso del patio del edificio.
“Pensé que era una piedra”, dijo. “Me acerqué y vi: un búho”. Nikac supo de inmediato que se trataba de el búho real euroasiático que recientemente había superado la marca de un año de vivir en la naturaleza relativamente silvestre de Manhattan después de abandonar el zoológico de Central Park. Alguien abrió la malla de su recinto en un acto de vandalismo que sigue sin resolverse. Ahora, aparentemente se había estrellado contra el edificio. Aunque aún estaba vivo cuando Nikac lo encontró y, con Alan Drogin, un observador de aves y residente del edificio, se apresuró a brindarle ayuda, pronto fue declarado muerto.
El zoológico de Central Park reportó que los resultados iniciales de una necropsia mostraron que había muerto por una lesión traumática aguda. Tenía una hemorragia importante debajo del esternón y alrededor del hígado, así como una pequeña cantidad de sangrado detrás de un ojo.
Así terminó una aventura improbable para un búho que cautivó al público en NY y más allá al demostrar que podía valerse por sí mismo, al menos por un tiempo, pese a haber vivido casi toda su vida en cautiverio.
habría cumplido 14 años este mes. En Central Park, los dolientes —algunos con flores, otros con binoculares— caminaron entre algunos de los robles favoritos de
buscando el lugar adecuado para rendir homenaje.
Entre las ofrendas dejadas bajo los árboles figuraban un búho de peluche, un búho tallado en madera, un retrato a lápiz de cartas y flores. Una carta agradecía al ave por traer “alegría a los corazones de todos los que pudieron presenciar tu viaje mágico”. Breanne Delgado, de 34 años, colocó rosas rojas secas al pie de un roble y dijo que estaba escribiendo un libro infantil sobre “Siento que nos estaba mostrando cómo podemos liberarnos de nuestras jaulas, de lo mundano, de las cosas que no nos sirven, de las cosas que nos detienen”, dijo Delgado. El búho fue musa para muchos artistas. El día después de la muerte de el artista colombiano Calicho Arévalo, que ha pintado ocho murales de inició uno nuevo en la ciudad.
Rubén Girón, de 73 años, un enfermero que vive en la ciudad, lloró cuando se enteró que había muerto.
“Es una experiencia reveladora de lo que significa ser libre”, dijo. “Todos estamos descubriendo cómo vivir la vida. Eso es lo que estamos haciendo y él lo hizo”. Entrevistado en enero, Scott Weidensaul, autor del
hizo eco de la opinión de otros expertos en aves de que era “sólo cuestión de tiempo antes de que algo malo le pase” a debido a los peligros de un entorno urbano.
Nikac dijo que las imágenes de seguridad mostraron a cayendo, con velocidad, y moviendo la cámara.
“Era tan hermoso”, recordó Nikac.
Marianne Demarco vive en un edificio adyacente al que impactó. Su edificio era uno de sus sitios habituales.
“Era como tener una cosita que podías cuidar y proteger”, dijo Demarco, de 50 años, con lágrimas corriendo por su rostro. Dijo que había conocido a muchos de sus vecinos gracias a la presencia de
“Es un poco como el fin de un sueño al que todos esperábamos aferrarnos”.