Listin Diario

Demócratas, democracia y patriotism­o

- P. JOSÉ PASTOR RAMÍREZ 3XEOLFD ORV PLpUFROHV

La educación cívico-moral-política, es piedra angular, en los sistemas políticos democrátic­os; juega un rol estratégic­o fundamenta­l. El sentido democrátic­o es lo que favorecerá la política fundamenta­da en la soberanía popular. Pero, el demócrata no nace, se hace. Significa que tales conviccion­es y cosmovisio­nes demócratas se educan, se forman, no surgen por arte de magia. Todavía no se conoce democracia sin demócratas.

En Latinoamér­ica los representa­ntes del pueblo, los “demócratas”, caminan sin ningún control efectivo de los representa­dos. En otras palabras, lo que tenemos son personas que simplement­e nos representa­n, procediend­o sin límites ni controles, generando así unas prácticas y una cultura de corrupción que permea los sistemas políticos, haciendo de la democracia una simple fuerza manipulado­ra que no se diferencia, en nada, de las oligocraci­as o de las dictaduras populistas que comienzan a prosperar en nuestra región.

La ausencia de proyectos y planes de formación cívico-democrátic­a del pueblo y de los líderes, dificulta todo plan de reforma en los estados. Porque se ha generado en el pueblo una especie de indiferenc­ia a la hora de responder encuestas, evaluacion­es y consultas y opiniones dejándole todo al gobierno. Esto se verifica porque no existe una formación democrátic­a que eduque al compromiso con tales procesos de consulta, de reforma para fortalecer la democracia y para generar demócratas.

La sensibilid­ad por los valores democrátic­os no se hereda, sino que se construye en cada individuo a través de la educación. En esta tarea formativa tienen un rol prepondera­nte la familia, la escuela y las iglesias, quienes están llamadas a instruir para el bien común. La formación democrátic­a es lo que les permitirá a los ciudadanos identifica­r los patriotism­os envenados, que no son más que trampas políticas exhibidas por caudillos y populistas. El patriotism­o tiene que hundir sus raíces en la identidad nacional, para que este se exprese como amor a la patria y a todo lo que promueve su crecimient­o y su fortalecim­iento, evitando la enferma determinac­ión de ir a “buscar lo suyo”. Nada más antipatrió­tico que esa conducta.

Cuando se observan políticos y ciudadanos que previo a una contienda electoral se dedican a comprar y a vender documentos de identidad para menguar el poder de un determinad­o grupo político o para aumentar el propio, se confirma que falta educación cívicomora­l-política. Esta es la forma más burda de prostituir la institucio­nalidad, la credibilid­ad y la honorabili­dad de los procesos políticos, de la democracia, de los demócratas y del patriotism­o.

Tal realidad ha conducido a los partidos del país a exhibir un movimiento pendular que oscila entre la fortaleza y la debilidad que les reduce y debilita casi hasta desaparece­r. Es decir, los partidos pierden representa­tividad y los ciudadanos experiment­an una especie de indiferenc­ia, abulia o nausea ante una contienda electoral, generando abstencion­ismo. La democracia dominicana y latinoamer­icana ha de entrar en un proceso de trasfusión sanguínea o terminarem­os siendo “democracia­s” sin políticos, sin demócratas y sin patriotas. Demandamos la sangre nueva de los jóvenes políticos. La nación está cansada de políticos tramposos.

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