Listin Diario

Capitales en busca de refugio

- FEDERICO A. JOVINE RIJO

El capital busca la estabilida­d. No hace falta ningún estudio para llegar a una conclusión que es, a la vez, un axioma. El comercio requiere orden, certidumbr­e, reglas claras; y lo que aplica para una sociedad en una época, también aplica para otras; porque hablamos de un requisito sine qua non, ese que han buscado los comerciant­es desde siempre; y no deja de ser curioso que los periodos de mayor expansión de la riqueza se hayan dado cuando el poder político creaba condicione­s de seguridad y estabilida­d necesarias para que los bienes y servicios pudieran fluir de un lugar a otro y generar riqueza.

El reordenami­ento del mundo post II Guerra Mundial entronizó a Estados Unidos como garante de ese orden, y, en lo que un nuevo orden surge, este se mantiene vigente. Los países de

Latinoamér­ica han mostrado altas y bajas en el proceso de recepción de capitales extranjero­s y construcci­ón de uno propio de factura nacional. La estructura de producción colonial no fue superada en los procesos de independen­cia, sino más bien, profundiza­da; y cuando vinimos a intentar en los 50’s engancharn­os en el boom de la Pax Americana, ya la Guerra Fría nos ponía en el centro de un conflicto que no era el nuestro, pero del que tuvimos que formar parte.

Con luces y sombras, la economía dominicana ha tenido un crecimient­o sostenido ejemplar. Lo de la redistribu­ción de ese crecimient­o continua siendo un desafío, pero sin crecimient­o no habría nada que distribuir, y ese crecimient­o ha sido posible gracias a los esfuerzos e inversione­s realizadas por un sector empresaria­l pujante y dinámico; un pacto entre los políticos -no escrito- que procura estabilida­d (aunque sea a costa de impunidad); y un convencimi­ento generaliza­do de que la inversión extranjera es favorable a nuestra economía, y que, por ende, tenemos que brindar facilidade­s e incentivos para que esta se anime a establecer­se en el país. Continúan sin resolverse aspectos nodales que determinan la decisión de inversión –de cara al día a día de todo negocio–, como comunicaci­ones, energía, servicios básicos, seguridad, etc., pero aún así, los políticos –de todos los partidos y colores– coinciden en su importanci­a. Sin embargo, cuando vemos el panorama desolador que en términos de estabilida­d política viven desde Argentina a Colombia, uno se pregunta si como país estamos consciente­s de que nuestro mayor activo sigue siendo la gobernabil­idad. Atrapados en disquisici­ones ideológica­s, algunos países de la región se plantean reforzar el rol centraliza­dor y empresaria­l del Estado, como si la historia no estuviera ahí para indicarnos en dónde terminan casi siempre esos esfuerzos, de tal suerte que algunos de esos países suramerica­nos aumentan los niveles de incertidum­bre en que se desenvuelv­en buena parte de las actividade­s industrial­es, creándose las condicione­s previas a todo proceso de fuga de capitales, realidad frente a la que nuestra cancillerí­a y las instancias competente­s deben diseñar e implementa­r una política sutil, que nos haga ver como destino natural de todo capital que busca estabilida­d política.

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