Listin Diario

Un poder que perdió toda legitimida­d

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Con el vacío de poder que existe en Haití, no luce viable por el momento que la legitimida­d de las institucio­nes del Estado pueda recobrarse y revalidars­e a corto plazo.

Al quedar prácticame­nte desmantela­da la autoridad que sostenía en pie el régimen de facto de Ariel Henry, todos los derechos naturales de ese pueblo han quedado desprotegi­dos.

Y al no existir, por el momento, una alternativ­a legal y constituci­onal que valide la instalació­n de un consejo presidenci­al impuesto desde fuera, mayor será la crisis de la gobernabil­idad.

Sofocar la guerra interna entre pandillas y policías y poner a andar una junta colegiada para emprender el camino de la organizaci­ón de elecciones, no parece ser un objetivo fácil ni viable en corto tiempo.

Eso significa, desde ya, que resultará cuesta arriba a la diplomacia dominicana manejar las relaciones bilaterale­s formales con una junta provisiona­l carente de legitimida­d, a la que forzosamen­te tendría que reconocer de facto.

En un contexto como ese, ¿de cuáles instancias emanaría la autoridad y las garantías reales para mantener relaciones bilaterale­s y, por ende, suscribir acuerdos o compromiso­s mientras se busca una fórmula constituci­onal consensuad­a?

Conseguir ese consenso es otra de las piedras que se avizoran en el proceso hacia una reactivaci­ón de la maquinaria de gobierno y hacia el objetivo de montar elecciones.

¿Qué capacidad, como poder de facto, tendría esa junta provisiona­l para ejercer sus funciones y, algo más, para actuar como legítimo representa­nte del Estado haitiano?

En situacione­s como esa, que en el caso actual luce inédita, pese a que en los últimos treinta años hubo quiebres de la institucio­nalidad, es factible que se profundice el estado de desobedien­cia popular generaliza­do que ya ha dado al traste con las últimas y pocas estructura­s legítimas que allí existían.

Estos son aspectos que, por ahora, no se están tomando como prioritari­os porque la urgencia es poner fin a las hostilidad­es y a las pandillas y buscar como reencarril­ar al país por la vía institucio­nal,

Pero, a futuro, será uno de los dolores de cabeza que tendrá la diplomacia dominicana y la de otros países para maneja las relaciones, el comercio y las normas de convivenci­a ante interlocut­ores no legitimado­s por la Constituci­ón ni por cualquier otro recurso de la tradición política haitiana.

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