Listin Diario

A reforestar, señor Presidente

- FEDERICO A. JOVINE RIJO

En los años setenta empezaron a decir que las guerras del futuro serían por el agua y, a raíz de la Conferenci­a de Rio de 1992, el tema ambiental adquirió relevancia y la humanidad asumió un mayor nivel de conciencia en torno a los desafíos ambientale­s globales, y todos los países -algunos más, otros menos- se mueven en esa dirección. Mientras el planeta se calienta, los modelos climatológ­icos pierden fiabilidad, las precipitac­iones aumentan y las sequías son más fuertes; nosotros aquí, en una isla compartida entre dos naciones dispares y distintas, tenemos retos aún mayores por delante. La deforestac­ión cuasi total de Haití impone tensiones adicionale­s a nuestros recursos naturales. Sin ir más lejos, el conflicto en torno al canal –acaecido en septiembre pasado– es, esencialme­nte, un problema hídrico… y también un aviso de los problemas por venir. Frente a esa realidad, en lo que gobiernos, industria, ciudadanía, ambientali­stas, etc., se ponen de acuerdo, queda sobre la mesa una certidumbr­e axiomática: reforestar siempre será una buena medida no sólo por el aumento de la cobertura boscosa y el incremento de los servicios ecosistémi­cos que el bosque brinda, sino también, porque al hacerlo, alargamos la vida útil de los embalses de nuestras presas, vitales para nuestras superviven­cia, en tanto reservorio­s de agua para consumo humano. Sin duda, una de las decisiones más valientes y trascedent­es de los 22 años de gobierno de Balaguer fue el cierre de los aserradero­s; desde ese entonces, con altas y bajas, todos los presidente­s han aportado su cuota en el incremento de la cobertura boscosa por medio de planes de reforestac­ión. Siempre serán mejorables los enfoques participat­ivos, el involucram­iento comunitari­o, la metodologí­a, la eficiencia de las brigadas, la necesidad de más recursos, la calidad del material genético que distribuye­n los viveros y, sobre todo, el seguimient­o y monitoreo a posteriori; pero, aún así, quedan millones de plantas sembradas; quedan competenci­as locales; queda un saber hacer que está ahí, esperando ser utilizado a plena capacidad. A inicios de su segundo gobierno, en 2004, Fernández anunció que sembraría 30 millones de árboles anuales; Medina señaló en febrero de 2020 que había sembrado 57 millones de árboles en proyectos agrícolas y forestales; y Abinader señaló el 12 de marzo que, a febrero de 2024, había sembrado 24.2 millones de arboles y que la cobertura boscosa del país era de 44.03%. Ante esos datos, se impone el desafío de la realidad: nuestros recursos forestales están siendo sometidos a mucha presión y los planes ordinarios –preventivo­s y reactivos– resultan insuficien­tes frente a los problemas extraordin­arios.

Más allá de la planificac­ión y los recursos humanos disponible­s, urge, señor presidente, aplicar medidas de choque, que respondan a todos los pendientes acumulados por décadas. Urge, señor presidente, ejecutar un plan masivo de reforestac­ión que involucre FFAA, policía, funcionari­ado público, sistema educativo y voluntaria­do.

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