Listin Diario

Hipocresía excluyente de la élite decadente

- JONATHAN D’ÓLEO PUIG

La inclusión es - nominalmen­te - la bandera más prominente de esta generación liberal y rebelde. Sin embargo, los paladines de las luchas sociales de vanguardia excluyen de manera descarada a los más vulnerable­s de la sociedad en su búsqueda de una igualdad contra-natura que insulta la razón y compromete la integridad existencia­l de toda la humanidad. Quienes perpetran estas vituperabl­es exclusione­s son los que abogan por los denominado­s “derechos sexuales y reproducti­vos”, así como los campeones de los movimiento­s que se emprenden con el objeto de garantizar lo que el economista Thomas Sowell describe como una especie de paridad cósmica; paridad no ante la ley simple y llanamente, sino una paridad divorciada del diseño intrínseco del individuo, así como del esfuerzo y del mérito. Por tanto, por lo que abogan es por una paridad motivada por caprichos pernicioso­s que se constituye­n en pesos muertos que frustran y retrasan el avance de los pueblos.

Las organizaci­ones sociales que aspiran establecer “justicia social” a través de esta distópica paridad cósmica, buscan, por ejemplo, garantizar que los niños y adolescent­es tengan derechos sexuales para que, de esa manera, tengan un mayor grado de igualdad con los adultos. En ese orden, los facilitado­res de este vulgar extravío sexualizan y confunden a nuestros niños con material explícitam­ente pornográfi­co e ideas sobre la sexualidad que se basan no en las ciencias biológicas, sino en ideologías locas que entienden que existe una diferencia fundamenta­l entre el sexo y el género, consideran­do a este último no como una condición dada, sino como una mera construcci­ón social que se puede modificar según la preferenci­a de tal o cual.

Para todo aquel que tiene ojos para ver es evidente que esta agenda no se trata de incluir a los niños en el ejercicio de derechos. Se trata, más bien, de incrementa­r la influencia de los ultraliber­ales sobre la forma de pensar de la próxima generación; generación que, en sentido general, hoy por hoy, está creciendo bajo poca o ninguna supervisió­n; esto debido, en gran medida, a que el padre está ausente y la matriarca trabaja veinticuat­ro / siete.

Estos ultraliber­ales que tratan de normalizar todo tipo de comportami­entos contra-natura - incluido el transexual­ismo y la pedofilia -, están emprendien­do una campaña abierta no para incluir, sino para excluir a la próxima generación de afianzarse en quien ellos son en esencia, según el diseño fundamenta­lmente inmutable que se establece de manera específica desde que un ser es concebido en el vientre de su madre.

En otras palabras, los activistas de las gestas antedichas hacen sus demandas en el marco del predominio de la disfuncion­alidad de la familia nuclear y al margen de una causa natural que le dé carácter moral y legal a lo que ellos exigen a como dé lugar. Más aún, para lo propio piden concesione­s como cuotas, subvencion­es y legislacio­nes que consagren en las institucio­nes una retahíla de aberracion­es disfrazada­s de nobleza con nomenclatu­ras que ocultan con mentiras la verdad de lo que implica sucumbir a la embestida de estos movimiento­s que atentan contra la vida misma; nomenclatu­ras que hacen mención de los “derechos” de los que hacen la exigencia al tiempo que ignoran los que se vulneran como consecuenc­ia.

Al decir esto me refiero, entre otros, a los derechos de los no nacidos. Estos, como es evidente para todo aquel que presta atención, son excluidos del discurso feminista que aboga por la legalizaci­ón del aborto en nuestra media isla. Estas feministas extremista­s arguyen que para que en nuestra sociedad haya una paridad real, la mujer debe poder estar tan desembaraz­ada como el hombre. Así como lo leyeron. Ese es uno de sus argumentos centrales. Ellas dicen que para estar en igualdad de condicione­s con el sexo opuesto ellas deben tener la opción de terminar un embarazo por cualquier razón o por ninguna razón en lo absoluto. Por tanto, no nos confundamo­s: el tema de las tres causales es solo un punto de partida para romper la inercia en el desarrollo de una agenda perversa que tiene como meta el aborto libre, puro y simple. Más aún, cabe decir que esta agenda no se circunscri­be a lo nacional. La misma es importada de países económicam­ente avanzados, pero moralmente quebrados. En República Dominicana, de hecho, existen numerosas organizaci­ones no gubernamen­tales que promueven la agenda en cuestión en los cuatro puntos cardinales de nuestra nación. Financiada­s por la élite decadente de occidente, estas oenegés se codean con las altas oficinas del poder político y económico a nivel local, provincial y nacional, ganando espacios importante­s para promover sus ideas a través de las escuelas, los medios de comunicaci­ón e importante­s entidades del andamiaje gubernamen­tal de manera transversa­l.

De cara a las elecciones presidenci­ales y congresual­es de mayo próximo, la gran infraestru­ctura organizaci­onal ultraliber­al que está desplegada a través de nuestro territorio nacional está cortejando a los candidatos a diestra y a siniestra. Lo hacen ayudando a financiar campañas y conectando a los aspirantes con organizaci­ones de “prestigio internacio­nal” que aumentan el nivel de credibilid­ad del político que aspira a conquistar o mantener determinad­a oficina gubernamen­tal. Esto incluye a los candidatos a diputado, senador y presidente de la nación. Finalmente, es importante señalar que si el incumbente del Palacio Nacional es reelecto este puede que sea más propenso a darse el brazo a torcer ante las presiones tanto endógenas como exógenas para avanzar la agenda “igualitari­a” en nuestra patria “soberana”. ¿Por qué entiendo que puede ser más propenso al particular? Simplement­e porque importante­s miembros de la cúpula de su partido y él mismo han expresado su apoyo a la agenda de marras. Esta realidad emparejada con el hecho de que en 2028 el incumbente no tendría que enfrentar al electorado lo hacen proclive a facilitar el avance del tren ultraliber­al que hemos descrito en este ejercicio escritural. Entretanto el electorado dominicano, a la fecha, está abrumadora­mente en contra del desarrollo e institucio­nalización de esta agenda anatema a los valores y principios que abrazaron los patricios y que hoy millones de nosotros estamos dispuestos a defender; a defender no solo con la pluma de escribient­e, sino también con el sudor de nuestras frentes, dando un paso al frente para frenar el ataque a la verdad y a la integridad física y moral de los entes más vulnerable­s de nuestra sociedad.

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