Los debates presidenciales y el modelo hollywoodense de política del espectáculo
la percepción de los individuos sobre la percepción del ganador del debate. uego de 2) A pesar de ser un leer un interesantísimo hito mediático muy destacado en la campaña, estudio no permite a los debates sobre tener el suficiente impacto los debates en España como para romper las titulado: “Los debates orientaciones iniciales electorales y su e identificación con los influencia sobre el liderazgo: partidos y los líderes. avances en la 3) Los efectos de los investigación aplicada debates se proyectan al caso español”, escrito principalmente como por Antonio Garrido “refuerzo de voto” y, en Rubia y Javier Sierra segundo lugar, como activación Rodríguez, de la (motivación), lo Universidad de Murcia, que significa que los debates pude sacar las siguientes influyen para que conclusiones: los electores acaben votando 1) Las preferencias por aquello que previas marcan o influyen manifestaron tener intención en gran medida en de votar en los estudios preelectorales. 4) Pero también pueden influir sobre indecisos y abstencionistas y personas sin preferencias previas o con una baja intensidad de las mismas (que suelen ser pequeños segmentos de votantes) para que acaben votando por un candidato y un partido político que sea coherente con sus predisposiciones políticas (predisposiciones que son medibles en las encuestas).
5) Finalmente, a diferencia de lo que sucede con el conjunto de la campaña, es muy limitado el efecto de conversión del voto que producen los debates en España. Entonces, a juzgar por lo inefectivo que son los debates a partir de este estudio serio repleto de análisis estadísticos, pienso que los debates no son más que una expresión de la política del espectáculo estadounidense, un modelo hollywoodense de democracia que privilegia el circo mediático a la exposición amplia y profunda de las ideas. Creo que el anterior modelo dominicano de cuestionamiento a los candidatos, era más efectivos y provechoso que el nuevo modelo hollywoodense que se quiere establecer en la actualidad. En el anterior modelo, un candidato debía someterse primero al escrutinio de la Cámara
Americana de Comercio frente a empresarios profesionales y escépticos que hacían preguntas claves y complejas sobre el país, y luego debían sobrevivir a las preguntas incisivas y nada complacientes de un grupo de periodistas profesionales en el Grupo Corripio.
Esta forma de debate, al darle el tiempo suficiente a los candidatos para que se explayen en sus explicaciones, permiten un mayor nivel de reflexión sobre los temas de interés nacional e internacional que el debate-espectáculo, que por el corto tiempo de la respuesta y por el morbo de capturar audiencia, tiende a convertirse en un circo mediático que produce una falsa sensación de pluralidad democrática, pues ya sabemos por los estudios previos realizados, que los debates no producen cambios importantes en las intenciones previas de voto de los ciudadanos y que solo refuerzan sus preferencias partidarias e ideológicas profundamente arraigadas. ¡Qué viva la sociedad del espectáculo que con tanta lucidez reveló Mario Vargas Llosa en su libro! ¡Qué viva la democracia hollywoodense del circo mediático al mejor estilo de las películas de vaqueros estadounidenses! ¡Qué viva la democracia!