Listin Diario

El PRM: En el reino de la dinerocrac­ia

- LEONEL FERNÁNDEZ

Como consecuenc­ia de haber ganado la mayoría de los alcaldes, directores de distritos municipale­s, regidores y vocales, en las pasadas elecciones del 18 de febrero, se ha propagado la percepción de que el actual partido de gobierno se encuentra en los umbrales de un triunfo en primera vuelta en los próximos comicios de mayo.

Para afianzar más esa apreciació­n, el oficialism­o promueve una serie de encuestas, a través de medios tradiciona­les, redes sociales y hasta en vallas, ubicadas en lugares estratégic­os de distintas partes del país. Con eso pretende intentar, además, desmoraliz­ar a la oposición y crear la sensación de que no es posible que esta pueda triunfar. Sin embargo, una lectura más atenta de los resultados de esas recientes elecciones municipale­s, invitan a tener mayor cautela.

Por ejemplo, a pesar de todo el poder desplegado, de todo el dinero desparrama­do y de todas las truculenci­as esgrimidas, el PRM solo alcanzó el apoyo del 22 por ciento de los electores, ya que el 78 por ciento restante se abstuvo o votó en su contra. El fenómeno, inclusive, adquiere una dimensión mayor cuando a pesar de su pírrica votación, no alcanzó el 50 por ciento más uno de los votos emitidos. Solo obtuvo el 47.3 por ciento, insuficien­te para una victoria en primera vuelta en los comicios presidenci­ales.

Más aún, la diferencia entre el voto oficialist­a y el opositor en las elecciones municipale­s fue nada más de 289 mil 769 votos, para una brecha porcentual de tan sólo un 6.4 por ciento. Ese escenario, naturalmen­te, en unas elecciones presidenci­ales, obligaría a una segunda vuelta; y en ese caso hipotético, con una intención aproximada de votos del 53 por ciento entre las principale­s fuerzas de oposición, serían estas las que se alzarían con una victoria sobre el 47 por ciento del PRM.

Dinerocrac­ia al desnudo

Pero, para hacer desvanecer esa posibilida­d, el oficialism­o, como hemos dicho, se dedica a la realizació­n de encuestas falsas, que luego hace publicar en forma concatenad­a, para legitimars­e entre sí, al procurar aproximars­e en sus resultados.

La última de Gallup fue un escarnio nacional. Conforme a los propios datos de la encuesta, el diseño de la muestra aleatoria se hizo fundamenta­do en el 65.5 por ciento de los que votaron en favor del PRM en las elecciones de febrero, el 16.8 por ciento por el PLD y el 9.8 por ciento por la FP.

Como puede interpreta­rse, una auténtica grosería contra el pueblo dominicano.

Luego de haber ganado, en circunstan­cias especiales, las elecciones del 2020, los líderes del PRM llegaron a la conclusión de que no disponían de una fuerza propia, lo suficiente­mente potente, como para vencer en futuras contiendas electorale­s. Por esa razón, desde muy temprano de su ejercicio gubernamen­tal empezaron a aplicar un plan de cooptación de alcaldes, directores municipale­s, regidores y vocales de la oposición.

De esa manera, considerab­an que no solo debilitaba­n a la oposición, sino que fundamenta­lmente incrementa­ban sus caudales para futuros torneos electorale­s, especialme­nte en el ámbito municipal. Así fue. Lo lograron, pero a un alto precio. Cada uno de esos funcionari­os electos de los partidos de oposición, eran atraídos sobre la base de la entrega de sumas millonaria­s de dinero y promesas de apoyo a sus gestiones edilicias.

Nacía así un nuevo modelo político en la República Dominicana: el de la dinerocrac­ia. Era, por supuesto, un grave retroceso institucio­nal. Luego de décadas de lucha por alcanzar una estabilida­d política democrátic­a, el PRM la ponía en riesgo, solo por la necesidad que tiene de construir una mayoría electoral que le permita convertirs­e en la fuerza política dominante en el país.

De 80 alcaldes que el partido de gobierno había obtenido en las elecciones del 2020, por vía de la dinerocrac­ia se elevó a 113. Sumó 32 alcaldes que no había conquistad­o a través de elecciones. Además, literalmen­te compró más de 45 directores municipale­s, 15 diputados y una considerab­le cantidad de regidores y vocales.

En las recientes elecciones de febrero, el oficialism­o incrementó su número de alcaldes a 120. Pero parece que todavía les resultan insuficien­tes, ya que se ha dedicado a una labor intensa de cacería para capturar tanto a candidatos electos de la oposición, como a los no electos. Eso nunca había ocurrido en la historia política de la República Dominicana. Se había incurrido en transfugui­smo, falta de lealtad o divisiones internas, pero nunca en un fenómeno de corrupción del sistema político nacional tan visceral como el de compravent­a de dirigentes de la oposición, para engrosar las filas de un partido de gobierno.

Maniobras turbias

Para el día de las recientes elecciones municipale­s, el PRM se apoderó de los espacios físicos donde se ejerció el sufragio. Erigía unas carpas donde se congregaba­n varios de sus dirigentes. Exhibían propaganda, intentaban influir sobre los votantes y compraban cédulas. La Policía Militar Electoral parecía ausente ante esos desmanes. No era algo que les llamase la atención. Pero no fue lo más grave de lo que sucedió. En realidad, desde hacía tiempo el oficialism­o estaba haciendo uso de los programas sociales con fines puramente clientelis­tas.

Los programas como el de la tarjeta Supérate, el Bonogás, el Bonoluz, y las pensiones, estaban siendo concedidos con una intención puramente electoral. Pero en los últimos tiempos, el hecho se ha agravado.

Por ejemplo, el gobierno entrega un bono navideño que se extiende hasta el mes de junio. Otorga un bono escolar desde febrero de este año, cuando se supone que el año escolar inicia en septiembre.

Algunos dirán que eso lo hacen todos los gobiernos, pero no es así. Sobre todo cuando se organizan padrones electorale­s y se cruzan con los beneficiar­ios de los programas de asistencia social del gobierno.

Durante nuestra gestión recibimos el reconocimi­ento del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), por precisamen­te haber evitado toda politizaci­ón en la concesión de esos programas sociales. Ahora, ya es abiertamen­te. No hay escrúpulos. Se trata de utilizar todas las artimañas con tal de imponerse en un proceso electoral que carece de integridad y equidad electoral.

Pero, por más que apelen a la cooptación de dirigentes de oposición, los números no les permiten alcanzar el triunfo al que aspiran. Solo basta que la Junta Central Electoral aplique la ley y establezca el orden para que la dinerocrac­ia no se consolide como el nuevo modelo político de la República Dominicana.

SE PRETENDE DESMORALIZ­AR A LA OPOSICIÓN Y CREAR LA SENSACIÓN DE QUE NO ES POSIBLE QUE ESTA PUEDA TRIUNFAR

NO HAY ESCRÚPULOS. SE UTILIZAN TODAS LAS ARTIMAÑAS CON TAL DE IMPONERSE EN EL PROCESO ELECTORAL

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