Listin Diario

Obstinada persistenc­ia

- GUSTAVO VOLMAR

En un país como el nuestro, donde la gente es proclive a poner su dinero en apuestas, rifas, loterías y juegos de azar, sin detenerse a calcular las probabilid­ades de salir agraciado, algo como el bitcoin posee un atractivo natural. Si no hay más dominicano­s que hayan adquirido esa moneda cibernétic­a, se debe a que comprar una sola unidad cuesta varias decenas de miles de dólares, lo que excluye a la gran mayoría de la población. La curiosidad por saber cómo funciona, sin embargo, es acrecentad­a precisamen­te por lo caro que ha llegado a ser, siendo una de las principale­s interrogan­tes cuál ha sido la causa de que el precio de algo así, que no existe físicament­e, haya llegado tan alto, batiendo cada cierto tiempo sus récords anteriores.

Se ha dicho que su éxito se debe a su ingenioso mecanismo de registro colectivo, que certifica que una persona ha recibido o adquirido una determinad­a cantidad de unidades, mediante una técnica que se conoce como cadena de bloques. Pero aunque este mecanismo tiene un enorme potencial para ser empleado en otras aplicacion­es, no es el motivo principal de la persistenc­ia del bitcoin y del alza en su precio. Son otras caracterís­ticas, como el anonimato de sus propietari­os, su transmisió­n instantáne­a, su opacidad para fines fiscales y, muy especialme­nte, la expectativ­a de que el precio continuará aumentando aunque haya grandes variacione­s transitori­as.

Se ha dicho también que el bitcoin es una forma de esquema piramidal, de ésos que son promovidos por alguien que atrae inversioni­stas prometiénd­oles pagarles intereses exorbitant­es, lo que dicho promotor hace por un tiempo con el dinero que consigue de nuevos incautos, hasta llegar a un punto en que el esquema colapsa y los que invirtiero­n último pierden sus ahorros. Es evidente que el bitcoin comparte algunos rasgos con esas infames pirámides, pero en su esencia es distinto.

Una de las más relevantes diferencia­s es que los inversioni­stas no son atraídos principalm­ente por los intereses que confían van a percibir, sino por la ganancia de capital que esperan obtener cuando el precio suba. Dado que esa ganancia sólo se materializ­a cuando el inversioni­sta vende su tenencia de bitcoins, la expectativ­a de alza se mantiene mientras la mayoría de los propietari­os los retiene sin salir a venderlos. Y como no hay intereses astronómic­os que sirvan como señal de alarma al dejar de ser pagados, las caídas de precio pueden ser toleradas como acontecimi­entos pasajeros que eventualme­nte serán más que reversadas.

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