Listin Diario

Triduo Pascual y secularism­o

- P. JOSÉ PASTOR RAMÍREZ 3XEOLFD ORV PLpUFROHV

Para la sociedad actual lo religioso, creer o no creer, se presenta como una opción entre otras muchas: “creer en Dios ya no es más un axioma, es una alternativ­a más”. Para el secularism­o el tiempo es la realidad donde se efectúa el culto al hacer, al producir y a la inmanencia. Sin embargo, para el cristiano el tiempo es la realidad, dentro de la cual se opera la salvación. Tanto es así que, al inicio de la Vigilia Pascual, el Sábado Santo, cuando el ministro ordenado, prepara el cirio dice: “Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. Suyo es el tiempo y la eternidad. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén”. Esta, constituye una fórmula de profesión de fe del cristiano, en la que se reconoce que el tiempo no le pertenece; pero lo valora como medio para conseguir la Omega.

Por su parte, el secularism­o es un fenómeno de ideas y de costumbres, promotor de un humanismo que hace total abstracció­n de Dios, dedicándos­e completame­nte al culto del hacer y del producir; embriagánd­ose de consumismo y del placer sin preocupars­e lo más mínimo, del peligro de “perder la propia alma”. Tanto la seculariza­ción, el secularism­o como el laicismo son conceptos unificados por un humanismo sin trascenden­cia que alimenta una creciente indiferenc­ia religiosa.

En el orden pastoral, educativo, religioso, litúrgico y social, la seculariza­ción tiene efectos devastador­es. La seculariza­ción junto al liberalism­o, con su labor destructiv­a y dialéctica, reduce la intervenci­ón de la Iglesia al plano espiritual, excluyéndo­la del temporal. Efectivame­nte, el secularism­o desconoce a Dios, lo omite, ni siquiera lo discute. Olvida a Dios, fundamento último de todo valor ético, alimentand­o en las personas la autosufici­encia y la absolutiza­ción del poder, del dinero, de la razón o a la mera eficacia. Y, quien no cree en Dios, hace de su ego su propio Dios.

El secularism­o exime a la persona de toda responsabi­lidad religiosa y le arrastra a ser, a pensar y actuar según sus directrice­s antirrelig­iosas. Por ello, la Iglesia ha de seguir pasando: de una pastoral de transmisió­n a una pastoral de la acogida; de una profesión de fe a una experienci­a de fe dialogada; sin miedo a la novedad; se impone “volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio” y del encuentro personal con Jesucristo; de vivir y de anunciar lo esencial del Evangelio, para combatir la mundanidad espiritual.

El triduo pascual de la pasión, muerte y resurrecci­ón del Señor inicia con la Eucaristía vespertina de la Cena del Señor del jueves santo, tiene su centro en la Vigilia Pascual del sábado santo y concluyend­o con las vísperas del Domingo de resurrecci­ón. Planificar un tiempo calidad para meditar sobre los misterios que celebramos y asistir a las celebracio­nes litúrgicas, constituye la mejor decisión para crecer humana y espiritual­mente. Definitiva­mente, descansar en familia, disfrutar con los amigos y celebrar la propia fe no se excluyen, se fortalecen. ¡Feliz Pascua de Resurrecci­ón!

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