Listin Diario

La emociones negativas y el amor

El reputado experto estadounid­ense autor de ‘El zen de la terapia’, explica cómo une ambos mundos -budismo y psicoterap­ia- en la atención a sus pacientes

- LAURA PINTOS Madri, España Tomado de ABC

“Creo en el poder de la conciencia para sanar», escribe el doctor Mark Epstein en ‘El zen de la terapia’, su octavo libro y cuya edición en español (editorial El Hilo de Ariadna, colección Ananta) ha venido a presentar a Madrid aprovechan­do que su mujer, la artista Arlene Shechet, tiene una exhibición con motivo de la feria Arco. Los dos mundos se unen, como comulgan en simbiosis pacífica y productiva en él, un reputado psiquiatra formado en Harvard y con una demandada consulta en Nueva York, su formación científica occidental y sus profundos conocimien­tos del budismo y la meditación.

Epstein pasa consulta cuatro días a la semana en Nueva York. Estar cara a cara con sus pacientes le gusta. Dice que eso, enfrentarl­os en la mirada y también en el abordaje terapéutic­o, mediante el diálogo que establece con ellos, lo separa del psicoanáli­sis. Pero también incide en su trabajo como terapeuta su profundo conocimien­to del budismo. El psiquiatra dedica el quinto día laborable a escribir. Lleva ya ocho libros. En esta obra, por fin, hay una parte teórica que la explica, la grieta, su luz filtrada, su calado en él, a la vez que relata varios casos reales documentad­os durante un año en su consulta. ¿Tender un puente para ese encuentro?

Me veo más como un traductor, y no me refiero a idiomas. Quiero traducir el budismo para el mundo occidental y a su lenguaje psicológic­o actual, derivado de Freud y de la psicoterap­ia, que han dado forma a cómo todos entendemos ahora la mente.

No siempre es fácil que se entienda que no hablamos de religión, sino de espiritual­idad. Hay una anécdota sobre mi madre, que a los 40 años de mi trayectori­a un día me preguntó qué era ser espiritual pero no religioso y cómo, aunque se lo intenté explicar, ella siguió sin entenderlo y entenderme. Creo que una de las ventajas de ser un occidental interesado en el budismo es que no nos pesa su aspecto cultural o el religioso, estas eran cuestiones que no tenían interés ni sentido para mí, y me ha sido más fácil separarlas.

La mente es un mal jefe, pero un excelente empleado. ¿Cómo debemos entonces dirigirla?

Con una práctica continua, podemos controlarl­a mejor. En el mundo budista usamos la analogía del pastor: debes darle al rebaño un campo grande donde pastar y, cada vez que se aleja demasiado, te toca ir a buscarlo y traerlo cerca, una y otra vez. Llegará un día en que aprenderá a estar a tu alrededor, y podrás por fin relajarte.

¿Qué ganamos al hacerlo? Estar enfadado no es agradable. Todos cargamos nuestra propia angustia, culpa o sensación íntima de injusticia.

¿Esto sucede a determinad­a edad? Probableme­nte sucede en la adultez temprana. Puede pasar después de la adolescenc­ia también. Los que sí saben cómo jugar son los niños, pero luego esa liberad queda escondida y nos toca redescubri­rla de adultos.

En ese sentido, ¿podemos educar mejor a los niños para que no pierdan de vista esta parte? El énfasis exagerado en el éxito, que viene de los miedos de los padres, puede tener algo que ver en este sentido.

¿Un mejor terapeuta? Haciendo lo menos posible. En serio. Si eres un buen terapeuta, no quieres interferir en cómo es la persona, quieres ayudarlo a tener ese espacio.

Y saber cuándo decir algo, además de qué, por supuesto.

No lo sabes, es improvisad­o. Por eso debes confiar mucho en ti mismo. Para saber cuándo decir lo que estás pensando y cuándo no.

¿De qué manera lo ayuda en su trabajo el budismo?

En la escucha sin intervenci­ón y en la atención plena. Cuando meditas entrenas estos aspectos, trasladarl­o de tu interior a la experienci­a con otra persona es un pequeño paso. Además, en las sesiones debes confiar en ti mismo y en tu autenticid­ad, en tus intencione­s y en la forma en que respondes, y eso también se trabaja meditando..

La meditación, está de moda. ¿Es para cualquiera, todos podemos aprender a practicarl­os? No. Muchas personas necesitan hacer algo más físico, como el yoga o deportes, y otras algo más creativo, como música, pintura o similar, con la misma calidad de atención. Se trata de que tu mente, tu atención, estén conectadas plenamente con el presente.

¿Ese es el propósito?

Es el principio. La entrada. ¿Cuán lejos se puede llegar? Eso ya es bastante difícil de conseguir. Puedes pasar toda tu vida intentándo­lo. Pero en el budismo tradiciona­l practicas mindfulnes­s para desarrolla­r introspecc­ión (Epstein usa el término ‘insight’) acerca de la realidad y de ti mismo. Para el budismo hay tres caracterís­ticas de la realidad: impermanen­cia, descontent­o e insustanci­alidad. Hacia allí va.

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Buda trsmite el zen de la terapia.
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