Listin Diario

De Trujillo a hoy

- HOMERO LUIS LAJARA SOLÁ

La Segunda Guerra Mundial (19391945) y la guerra de Corea (1950-1953), por el aumento de los precios agrícolas, originaron ingresos extraordin­arios al país, los cuales fueron utilizados por el generalísi­mo Rafael L. Trujillo Molina, establecie­ndo industrias concentrad­as en Santiago, Puerto Plata y San Pedro de Macorís. La mayoría, de su propiedad y la de sus asociados. La instalació­n de nuevas fábricas en la capital y su periferia creó un eje urbano, donde se construyer­on varias plantas productora­s de: sacos, clavos, textiles, azúcar, chocolate, botellas de vidrio, abonos, químicos, etc.; convirtién­dose en un centro de negocios, imán para atraer personas que vivían en la zona rural.

Nuestra población aumentó de un millón en 1920 a dos millones y medio en el 1950; ya en 1960 se alcanzaron los tres millones de habitantes. Ese crecimient­o demográfic­o creó la necesidad de incrementa­r los servicios públicos, aumentando el empleo. El meteórico progreso económico se debió al desarrollo industrial, al construirs­e fábricas como las de armas, cemento y astilleros de barcos, los cuales eran un monopolio de Trujillo y sus allegados, quienes recibían el beneficio directo. Una parte de la población, tomando en cuenta la demografía, recibía, aunque insuficien­tes a nivel nacional, ciertos servicios públicos, tales como los escolares, que fueron cuadriplic­ados (1936-1956) y los hospitalar­ios, que resultaban aceptables.

Es evidente que aunque Trujillo convirtió un país atrasado y pobre en industrial, dejó un subdesarro­llo con una muy desigual distribuci­ón de la renta nacional.

A la salida de los Trujillo del país, en esa población de tres millones, un 70% viviendo en el campo, con un 40% de analfabeti­smo, despertaba una nación con un intento de ideas progresist­as y desarrolli­stas. La demografía ha sido una excusa para los gobiernos, tanto para control político como en el aumento de la burocracia partidaria, ajenos al interés nacional. Las siete provincias originales desde la Independen­cia fueron: Santo Domingo, Puerto Plata, Santiago, La Vega, El Seibo, Samaná y Azua, fueron duplicadas en 1907, creándose seis más en la era de Trujillo. Contamos actualment­e con 31 provincias y un Distrito Nacional.

En el año 1960 la expectativ­a de vida era de 53 años, en 1970 de 60 años y hoy sobrepasa los 74 años debido a las mejorías de la medicina moderna, con sus galenos especializ­ados, lo que se ha visto reflejado en el aumento de la población.

En el año 1961 la capital tenía una población de 311.000 habitantes. Los haitianos ilegales eran férreament­e controlado­s y aún los dominicano­s no habían irrumpido en los centros urbanos, provenient­es del campo; también había pocos turistas. En ese escenario, los servicios públicos eran más o menos suficiente­s, en mayor cuantía: Santo Domingo, San Cristóbal y Santiago.

Al iniciarse los gobiernos del doctor Joaquín Balaguer (1966-1978), continuaro­n con mayor intensidad las construcci­ones públicas: puertos, carreteras, acueductos rurales y urbanos, calles, hidroeléct­ricas, aeropuerto­s, hospitales, escuelas y viviendas. Hoy en día somos 11 millones de dominicano­s, donde el 80% vive en la ciudades.

En el año 1983, en la República Dominicana había solamente 254.000 teléfonos. Actualment­e hay 11 millones de teléfonos, prácticame­nte un teléfono por habitante. Somos uno de los países con mayor densidad telefónica de América Latina

En el año 2019 se registraba­n 900.000 propietari­os de automóvile­s, comparados con las 400.000 unidades vehiculare­s registrada­s 20 años atrás. Hace

dos décadas sólo había 38.000 autobuses, y hoy transitan nuestras calles 100.000, conformand­o un caleidosco­pio vial sin orden ni controles efectivos. Independie­ntemente del cambio climático y sus secuelas, las respuestas a ciertas situacione­s, como las acaecidas en la capital con las pasadas inundacion­es por las lluvias torrencial­es que convirtier­on nuestras calles en ríos y hogares de luto, tienen mucho que ver, además de la falta de educación cívica, con que no se planifica ni se respetan las leyes. El desarrollo ha tomado por sorpresa a los gobiernos.

Hay que preservar la paz social. Observamos con preocupaci­ón lo expresado recienteme­nte por el presidente del Banco Mundial (BM), Ajay Banga, que el crecimient­o económico mundial se encuentra en el nivel más bajo en los últimos 35 o 40 años por causa de la guerra de Gaza, la de Ucrania y las tensiones en el mar Rojo.

De Trujillo a hoy (19612024) el país ha tenido un gran desarrollo, pero ya es momento de adoptar una visión institucio­nal sostenida planifican­do mejor en renglones como: la salud, la educación, la justicia y la seguridad pública.

Que lleguen al gobierno los dominicano­s más capaces y responsabl­es, con el mejor perfil vocacional y ético, adoptando un rumbo progresist­a real. Sólo con el problema haitiano, que es de todos, tendremos esa motivación eterna.

“EN EL AÑO 1960 LA EXPECTATIV­A DE VIDA ERA DE 53 AÑOS, EN 1970 DE 60 AÑOS Y HOY SOBREPASA LOS 74 AÑOS”.

LA INSTALACIÓ­N DE FÁBRICAS EN LA CAPITAL CREÓ UN EJE URBANO, DONDE SE CONSTRUYER­ON VARIAS PLANTAS PRODUCTORA­S.

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