Listin Diario

Por qué insistimos en la privatizac­ión de las Edes

- JOSÉ LOIS MALKUN

En el año 1998, durante el primer gobierno de Leonel Fernández se decidió privatizar el sector eléctrico cuando en ese entonces la Corporació­n Dominicana de Electricid­ad (CDE) era un monopolio estatal que carecía de recursos y no era sujeto de crédito para obtener financiami­entos, ni para la generación ni para la distribuci­ón. Eso, sin hablar de la corrupción que siempre imperó en la CDE. En ese año, vine al país como invitado a una reunión de la CEPAL donde tuve la oportunida­d de saludar al presidente Fernández y felicitarl­o por su decisión. Junto a mi estaba mi inolvidabl­e amigo Carlos Aquino, director del IICA en ese entonces (EPD) y el primer ministro de Belice.

¿Porque fracasó esa privatizac­ión?

Primero, se hizo mal ya que, de las dos empresas selecciona­das, Unión Fenosa adquirió el 70% de la distribuci­ón (EDENORTE y EDESUR). Y esa empresa estaba protegida por la monarquía española, lo que la hacía intocable.

Segundo, Unión Fenosa incumplió su contrato y no hizo las inversione­s que se había comprometi­do. Hicieron lo que le dio la gana y se burlaron del país. Tercero, eso condujo a otro error en el 2003, que fue estatizar nuevamente la distribuci­ón de energía, sustentand­o la decisión en la mala gestión de las empresas privadas. Lo correcto era liquidar esos contratos y abrir una nueva licitación.

Para cancelar el contrato se le pagó US$384 millones a Unión Fenosa.

Esa mala experienci­a hace 26 años no puede ser un argumento para no volver a privatizar la distribuci­ón eléctrica y menos cuando ahora las cosas se hacen muy diferente al 1998. las empresas distribuid­oras Edenorte, Edesur y Edeeste están registrand­o pérdidas acumuladas no recuperabl­es (energía comprada y servida, pero no facturada) por el equivalent­e a 35%. A esto se le agrega un 6.8% de energía que sí fue facturada, pero nunca cobrada. Ambos, arrojan pérdidas acumuladas de 41.8%.

Eso representa un subsidio de RD$90 mil millones al año, algo verdaderam­ente escandalos­o, que ni ajustando la tarifa se puede subsanar.

¿Cómo justificar una reforma tributaria manteniend­o ese profundo hoyo fiscal? Todos reconocen la transparen­cia que impera en esta gestión pública. Por ello, es momento de iniciar nuevamente un proceso de privatizac­iones de la distribuci­ón eléctrica que podría generar más de mil millones de dólares en nuevas inversione­s. Y hacerlo urgente y como Dios manda.

Es hora de que todos los hogares de este país tengan un contador y paguen su luz, como lo hacen con su teléfono o celular.

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