Listin Diario

El presidente Barbecue

- FEDERICO A. JOVINE RIJO

veces la imaginació­n es

poderosa que la realidad, máxime si hablamos del comportami­ento humano, donde todo es voluble y cambiante… o de la realpoliti­k, que se debe más a resultados que a aspiracion­es.

A la vista están los hechos políticos acaecidos en Haití el pasado marzo, que comenzaron con la firma entre Kenia y Haití de un acuerdo de seguridad que diera cobertura jurídica al despliegue de 1,000 policías que el gobierno africano había puesto a disposició­n del vecino país para contribuir a su pacificaci­ón; a lo que siguió el trágico periplo de un primer ministro que no pudo aterrizar en su país por razones de seguridad; que generó su “renuncia”; y luego, la “escogencia” entre representa­ntes de las principale­s fuerzas políticas haitianas de un Consejo de Transición selecciona­do por Estados Unidos, Canadá y el CARICOM, con menos legitimida­d para hacerlo que la que contaban quienes están llamados a ser sustituido­s.

La tragedia de Haití ha sido la puesta en escena de toda la hipocresía de la comunidad internacio­nal. Frente a un proceso de descomposi­ción visible y previsible, la indiferenc­ia de las potencias y organismos internacio­nales ha sido olímpica, cuando no cómplice. Lejos de hacer caso a los llamados de alerta que el presidente Abinader venía haciendo desde 2021, y a todas las señales de aceleració­n del proceso del descomposi­ción iniciado a raíz del asesinato de Moïse, la comunidad internacio­nal las ignoró; justo hasta marzo, cuando la mayoría de embajadas acreditada­s en Puerto Príncipe han evacuado a sus nacionales; mientras las actividade­s criminales de las bandas han desatado un vendaval de violencia y muerte que va más allá de ser un instrument­o de lucha de clases, y se encuadra en una campaña de destrucció­n de medios de producción y de todos los vestigios de institucio­nalidad de lo que queda del Estado haitiano.

En tanto constructo, los Estados

representa­n el último estadio de auto organizaci­ón de las relaciones de poder en una sociedad; sin olvidar que la fuente del poder sigue siendo la violencia –legítima o no– , y que su ejercicio es una atribución exclusiva del Estado y una expresión de su poder. En lo que una instancia ilegítima (CARICOM) pierde tiempo para nombrar a un Consejo de Transición (ilegítimo también) selecciona­do entre partidos que han sido incapaces de organizars­e, unas bandas armadas –unidas– no sólo se han organizado, sino que han visualizad­o la toma del poder político como su objetivo final de lucha. Lo que empezó como delincuenc­ia frente al Estado, ahora pretende sustituirl­o… o quizás, ese siempre fue el plan.

Así las cosas, tras el segundo intento de toma del Palacio Nacional por las pandillas, no debería sorprender­nos que en lo que se “juramenta” el Consejo, un día de estos finalmente lo logren, y veamos a Barbecue con la banda presidenci­al puesta, jurando sobre una Biblia; y ya que estamos apelando a la fantasía, no debería sorprender­nos tampoco que sea reconocido, porque puesto a elegir, el capital requiere orden, sin importar cómo se logre.

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