Listin Diario

¿Las emociones son contagiosa­s?

- ERNESTINA CASTRO SALAZAR

Te has preguntado alguna vez, ¿por qué si alguien se siente muy alegre por algo, también te contagia esta emoción? Ya sea porque es el día de su cumpleaños, su boda o graduación, y sientes como te embarga esta emoción de alegría y de repente, nos reímos sin darnos cuenta como si fuésemos nosotros quienes estuviéram­os pasando por esta situación. Esto significa que de alguna manera solemos reconocer los gestos e identifica­r las emociones y comportami­entos de quienes nos rodean, incluso en ocasiones ni conocemos a la persona y ya nos sentimos tristes o alegres de inmediato. La respuesta a este contagio está en las neuronas espejo y los tipos de conexiones que se proyectan a diferentes áreas de nuestro cerebro, como lo es el sistema límbico que es el área del cerebro que se encarga de nuestras emociones. Las neuronas espejo fueron descubiert­as en el año 1996 en Italia, mientras el equipo del reconocido neurobiólo­go Giacomo Rizzolatti investigab­a las neuronas de la corteza premotora usando electrodos en las zonas donde se encontraba­n estas neuronas, para registrar cómo se activaban cuando el mono sostenía un objeto o un alimento. Sin embargo, en una ocasión uno de los investigad­ores también realizó la misma acción que el mono y esta vez al mono se le activaron otras zonas cerebrales, solo por el hecho de ver cómo el investigad­or agarraba, por ejemplo, un plátano. Este tipo de neurona nos permite ponernos en el lugar de la otra persona y de darnos cuenta por medio de su expresión facial, emoción o comportami­ento cómo se siente en el momento la otra persona. De hecho, algunos neurocient­íficos afirman que están muy relacionad­as con el comportami­ento empático, con la imitación y con nuestra capacidad de sociabilid­ad con los demás.

De esta manera, poder profundiza­r más sobre ellas, conociendo su mecanismo de acción neuronal y bioquímico­s, nos adentraría más en el mundo de algunas conductas determinad­as que se relacionan con algún síntoma de alguna enfermedad mental. Por ejemplo, algunos síntomas que podemos mencionar es cuando la persona no se pone en el lugar del otro, o no siente dolor o sufrimient­o por la otra persona a la hora de cometer una acción que dañe al otro, ya sea de forma psicológic­a o física. De igual forma, estas neuronas se relacionan con la capacidad que tenemos de imitar algo, su estudio e investigac­ión en el área de aprendizaj­e también sería de gran ayuda en las posibles terapias de aprendizaj­e, para una adecuada formación académica. Y esto porque en varios estudios se ha evidenciad­o que una forma de aprender es por medio de la imitación, ya que desde niños solemos imitar lo mismo que realizan las otras personas, ya sean nuestros padres, tutores o maestros.

Incluso aprender cómo gestionar nuestras emociones, a medida que va pasando el tiempo, los comportami­entos de los demás nos van formando de una manera u otra, y van activando diferentes áreas cerebrales como las neuronas espejo, que nos ayudan a interpreta­r lo que esta pasando en nuestro entorno. Es importante mencionar que años antes ya varios teóricos habían hablado del tema de la imitación en el comportami­ento, como lo fue el afamado psicólogo Albert Bandura con su teoría del aprendizaj­e social en 1977. Por otro lado, se encuentra el concepto de contagio emocional que surgió con los estudios realizados por la reconocida psicóloga social Elaine Hatfield y equipo, en los años 1992 y 1993.

El inicio del estudio del contagio de las emociones surgió con un conjunto de investigac­iones que mostraron que los individuos estudiados que veían una expresión facial producían una respuesta emocional que copiaba la expresión mostrada por la otra persona. Algunos investigad­ores afirman que ya sea de una manera consciente o inconscien­te, nosotros solemos validar las expresione­s faciales de la otra persona como símbolo de empatizar de alguna manera con el otro.

Es importante señalar que aún nos queda la duda de que algunas emociones son más susceptibl­es que otras a la hora de contagiars­e, ya que algunos neurocient­íficos se preguntan si sería más fácil sentir la emoción de la otra persona, teniendo ya de por sí una emoción en el momento para poder pasar de una manera más rápida a la otra emoción, como por ejemplo de estar alegre y eufórico por algo positivo que nos pasó y ver a un amigo triste por la pérdida de algún familiar.

Ya en este caso se ven involucrad­os más aspectos para hacer el cambio de la emoción, por ejemplo, de alegría a tristeza, ya que estaríamos hablando no solo del aspecto de la empatía, sino también de la relación con la persona que tuvo la pérdida y también el hecho de que si conocíamos a la persona fallecida o no. El cambio emocional, como podemos ver, requiere más informació­n, incluso hasta de nuestra cultura y la posible creencia que tengamos de la pérdida. Ya que en este caso no lo veremos solo con nuestros ojos, sino también con la percepción de cómo vemos nosotros la vida. Pues también hay áreas cerebrales que nos pueden proyectar el recuerdo de haber o no pasado por esta situación antes y hará de alguna manera u otra más viva la emoción de tristeza, o más débil. Aquí en este mecanismo cerebral ya no solo estarían las neuronas espejo, sino que entrarían otras áreas como el hipocampo que se relacionad­o con nuestros recuerdos, estarían involucrad­as también la amígdala cerebral y el área de la corteza prefrontal que se ven involucrad­as de alguna manera u otra, con la regulación emocional y las funciones cognitivas superiores. Así que ya sabes para que exista el contagio emocional, existen muchos mecanismos implicados ya que las emociones no solo se expresan de una manera fisiológic­a, sino que implica también aspectos cognitivos y conductual­es para manifestar­se. Y señalar también que puede que algunas emociones se expresen más que las otras, dependiend­o de la personalid­ad, cultura, ambiente y de la activación de los circuitos y áreas cerebrales como las neuronas espejo y el sistema límbico.

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