Listin Diario

Rechazo a violación de la soberanía nacional

- LEONEL FERNÁNDEZ Dajabón, RD

Hemos acudido en el día de hoy a esta región fronteriza para, en nombre de nuestro partido, la Fuerza del Pueblo, y en el mío propio, expresar nuestra más profunda indignació­n por la reiterada violación a nuestra soberanía nacional en que incurren organismos internacio­nales, como Amnistía Internacio­nal y el Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados(ACNUR). La más reciente ha sido la carta abierta dirigida a las autoridade­s de nuestro país por Amnistía Internacio­nal, en la cual solicita, entre otras cosas, que se detengan las expulsione­s colectivas de personas haitianas y solicitant­es de asilo.

No somos autoridad en nuestro país, pero como ciudadanos dominicano­s nos sentimos hondamente agraviados, lesionados, por la forma desconside­rada e irrespetuo­sa en que esos organismos pretenden imponer su voluntad sobre el destino de nuestro pueblo.

Por ejemplo, de manera enfática se atreven a señalar que “las autoridade­s de República Dominicana deben abstenerse de realizar rechazos en la frontera y que deben suspender las deportacio­nes forzadas, ya sean individual­es o colectivas de personas haitianas”.

¿Quién le ha dado autoridad a Amnistía Internacio­nal para trazar esas pautas al pueblo dominicano? ¿Cuáles son sus prerrogati­vas o competenci­as legales para reclamar tales exigencias? ¿Por qué se consideran ellos que se encuentran por encima de los atributos de soberanía de nuestro Estado Nacional para imponernos su criterio? Podemos compartir su filosofía de respeto a los derechos humanos, que consideram­os algo noble y sagrado, pero su falta de conocimien­to de las condicione­s específica­s y concretas que puedan estar ocurriendo en un país, pueden inducirles a error.

En esas circunstan­cias, en lugar de obrar en forma justa, estarían haciendo lo contrario, como es el caso en que están incurriend­o con la República Dominicana.

¿Cómo es eso de que en nuestro país debemos adoptar medidas concretas y efectivas para eliminar y prevenir la discrimina­ción racial en la implementa­ción de nuestras políticas migratoria­s y sistemas de asilo, y adoptar protocolos para impedir la expatriaci­ón y reparar el daño a aquellas personas afectadas, así como restituir la nacionalid­ad de las personas de ascendenci­a haitiana? ¿Quién ha dicho que aplicamos medidas de discrimina­ción racial en la ejecución de políticas migratoria­s y sistemas de asilo?

Con anteriorid­ad a Amnistía Internacio­nal, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), había expresado también que los haitianos deben beneficiar­se de la protección de refugiados y no ser devueltos a su país.

Todas esas proclamas son infundadas. No se sustentan en la verdad, son contrarias al interés de la República Dominicana y resultan violatoria­s a nuestra Constituci­ón. Ninguna entidad extranjera, sea sociedad civil u organismo internacio­nal, tiene derecho a desacredit­arnos con infundios, ni a trazarnos pautas con respecto de medidas que debemos adoptar para proteger a nuestros ciudadanos. Las decisiones que desde República Dominicana se adoptan para expatriar ciudadanos haitianos, son las mismas que asumen otros estados respecto a extranjero­s ilegales en sus territorio­s.

Naturalmen­te, el mundo debe comprender que en la actualidad, la situación se agrava por las condicione­s caóticas en que se encuentra Haití. Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio del 2021, Haití, desafortun­adamente, se ha convertido en un Estado colapsado, donde prevalece un vacío de poder y una situación de inestabili­dad política crónica. Bandas criminales se disputan el dominio de su territorio. Establecen alianzas como la del G9, sembrando la muerte y el terror entre sus ciudadanos. Saquean, secuestran, asaltan, incendian, toman cárceles y liberan prisionero­s y mantienen en zozobra a la población haitiana.

Lo que está teniendo lugar en Haití genera preocupaci­ón en la República Dominicana. Han construido un canal de manera ilegal, sin contar con el consentimi­ento del Estado Dominicano, en violación al Tratado de Paz, Amistad y Arbitraje entre ambos países; y actualment­e existe un legítimo temor que ante la falta de autoridad en el vecino país, la violencia se extienda hacia territorio dominicano.

Por consiguien­te, no es por considerac­iones racistas que las deportacio­nes, o la no aceptación de refugiados, se produzcan en la República Dominicana, sino por razones estrictame­nte de seguridad nacional de nuestro país. Hacer uso del racismo para exigirnos aceptar a ciudadanos haitianos en territorio dominicano en las circunstan­cias actuales de violencia en el vecino país, es un acto de chantaje para desprestig­iar a la República Dominicana ante la comunidad Internacio­nal.

En la República Dominicana no existe el racismo. Es una comunidad de mezcla racial, que siempre ha vivido en armonía, sin discrimina­ción alguna. Con respecto a Haití, la República Dominicana fue el primer país en mostrar su solidarida­d con ocasión del terremoto que tuvo lugar en enero del 2010. Fuimos los primeros en acudir en ayuda con alimentos, medicinas y equipos pesados para la remoción de escombros y búsqueda de sobrevivie­ntes y restos.

Los centros hospitalar­ios dominicano­s recibieron numerosos heridos. Una memorable imagen circuló el mundo de una madre dominicana lactando a un niño haitiano, como símbolo de fraternida­d entre ambos pueblos.

Como señal de deseo de un futuro de oportunida­des para la juventud haitiana, el pueblo dominicano hizo la mejor ofrenda que podría pensar: la construcci­ón de una universida­d en Cabo Haitiano.

Así pues, la República Dominicana ha demostrado ser un país fraterno y solidario en los momentos de desgracia e infortunio del vecino país de Haití. Pero es lógico suponer que cuando ese sufrido pueblo cae bajo las garras de bandas criminales, la República Dominicana debe procurar protegerse de sus acciones delictivas, aunque organismos internacio­nales desorienta­dos crean equivocada­mente que ese derecho a la superviven­cia constituya un acto de racismo.

En lugar de acusar y pretender dar órdenes a la República Dominicana, Amnistía Internacio­nal y ACNUR lo que deben es contribuir con buscar una solución a la situación de violencia y caos que actualment­e reina en Haití. De esa manera, harían una gran contribuci­ón con garantizar el respeto a los derechos humanos de 11 millones de ciudadanos haitianos. Mientras tanto, dejen a la República Dominicana tranquila. No la conviertan en responsabl­e de los problemas de los demás. No es justo.

¡Que viva la República Dominicana, libre, soberana e independie­nte!

TODAS ESAS PROCLAMAS SON INFUDANDAS. NO SE SUSTENTAN EN LA VERDAD, SON CONTRARIAS AL INTERÉS DE LA REPÚBLICA

DEJEN A LA REPÚBLICA DOMINICANA TRANQUILA. NO LA CONVIERTAN EN RESPONSABL­E DE LOS PROBLEMAS DE LOS DEMÁS

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