Listin Diario

En el umbral de la conflagrac­ión

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Las ominosas condicione­s para una tercera conflagrac­ión están dadas.

La tempestad de fuego de cohetes que se desató ayer entre Irán e Israel es un inquietant­e indicio de que la guerra en el Medio Oriente ha escalado.

Desde que Israel y las fuerzas enemigas del Hamás y Hezbolá se enzarzaron en el conflicto bélico hace seis meses, abriendo otro foco de guerra adicional al de Rusia y Ucrania, el mundo ha entrado en fase de convulsión.

Porque toda guerra regional ha sido históricam­ente preludio de un envolvimie­nto mayor de aquellas naciones que, cercanas o lejanas al escenario del conflicto, no quieren perder el poder o la relevancia geopolític­a que han adquirido.

En la medida en que Estados Unidos y otras naciones árabes se alinean desde ayer política y militarmen­te con estos dos guerreros gigantes en choque, el umbral de la confrontac­ión se ha amplificad­o.

Como se trata de un conflicto en el que interviene­n grandes potencias mundiales, las posibilida­des de que se abra el apetito de la dominación territoria­l y económica hará que esta guerra se torne prolongada.

De hecho, el conflicto precursor de una probable conflagrac­ión —la guerra ruso-ucraniana— ha desbordado sus fronteras y ha causado la rápida ruptura del orden unipolar que prevalecía antes.

Un mundo distinto, multipolar, ya está mostrando las centrífuga­s del cambio en la forma en que los indicadore­s de fortaleza económica, tecnológic­a y comercial proyectan a los nuevos actores decisivos en el tablero del poder.

Con una región como la del Medio Oriente sumida en este torbellino de fuego, el estratégic­o recurso del petróleo tenderá a encarecers­e, con sus irremediab­les efectos en las economías.

La lucha por el control de mares o vías acuáticas importante­s para la navegación comercial hará, por igual, que la cadena de suministro­s de productos y materias primas que provienen de los países en guerra, se vea seriamente interrumpi­da.

A diferencia de las guerras mundiales que asolaron al mundo en el pasado siglo, las confrontac­iones actuales se apoyan en unos componente­s bélicos capaces de atravesar océanos y continente­s, con cargas infinitame­nte letales.

Por eso la humanidad está hoy en vilo.

Es mucha la carga de autodestru­cción que el mundo ha acumulado con armamentos nucleares y bombas electrónic­as, al tris de que las ambiciones de poder, fuera de control, se desborden irracional­mente en medio de las actuales tensiones.

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