Ánimo en dos minutos Ven, tócame
La señora había recuperado el amor de su hijo adolescente. “La semana pasada”, decía entre lágrimas, “cuando llegué a casa, encontré a mi hijo viendo televisión. Me acerqué y le acaricié la cabeza... hacía mucho que no hacía eso... luego él se incorporó y me abrazó… ¡cuánto tiempo hacía que no nos abrazábamos...!”
Nos ilustró de modo clarísimo una realidad: los padres no tocan a sus hijos adolescentes. Estudios hechos por psicólogos y neurólogos han demostrado que la falta de contacto físico puede ser una de las causas de una serie de desórdenes emocionales, tales como depresión, hiperactividad, aberraciones sexuales, drogadicción, violencia y agresión, según afirma el neurólogo James W. Prescott en un estudio.
Pasa a menudo que a medida que los hijos van creciendo nos vamos alejando, y llega un día en que no los alcanzamos. Ya esto les hace mucha falta a ellos, sea cual sea la edad que tengan. Nunca deja una persona de necesitar algún tipo de contacto físico con sus seres queridos. Nunca.
En el evangelio de San Lucas 24,35-48 aparece el Señor dando una orden a sus discípulos: “Tóquenme”.
Él les dice que lo toquen, porque sabe que son ellos los que necesitan hacerlo.
Los que se acercan hoy al Señor
reciben algo, además de cariño, que necesitamos mucho: reciben entendimiento. La resurrección del Señor es el hecho más indiscutible de toda la historia de la humanidad. Sin embargo, seguimos necesitando que el mismo Señor “nos abra el entendimiento” (Lucas 24,45) para que podamos entender que el Señor está vivo hoy. Acercarse al Señor... y llegar a tocarlo. Esta es, sin duda, una experiencia de inconmensurable valor en la vida de una persona.
La pregunta de hoy
¿Cómo puede uno acercarse al Señor y tocarlo hoy?
Le voy a responder con otra pregunta: ¿Ha hecho usted la primera comunión? Seguramente me responderá que sí, que cuando era niño, igual que yo, igual que Manuel. Sin embargo, Manuel hizo un día su “primera comunión de adulto”. Según me contó, ese día no fue algo rutinario. Me dijo que se había preparado especialmente bien, y que le había pedido al Señor la capacidad de percibir conscientemente su presencia en la hostia. Según él, ese día, por primera vez, entendió que “comunión” quiere decir común-unión. Pues bien, la manera de acercarse al Señor y tocarlo hoy es hacer su “primera comunión de adulto”. Prepararse especialmente bien (quizás haciendo una buena confesión) y pedirle al Señor la gracia de percibir claramente su presencia en la hostia. Le aseguro que esta es una experiencia indescriptible, y que, si usted la tiene, tampoco podrá definirla ni explicársela a otro. Esta es la mejor manera de tocar al Señor hoy.