Listin Diario

El Cid era catalán

Hasta la bandera norteameri­cana es de origen catalán, directamen­te inspirada –ojo al dato– no en la señera, sino en la estelada. Y lo que algunos indocument­ados llamamos España no es sino una creación artificial, inexistent­e, de génesis catañaúnic­a.

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CONCRETAND­O MÁS: UN TAL JORDI BILBENY, DEL INH ESE, HA DESCUBIERT­O, ÉL SOLO Y A PULSO, QUE CRISTÓBAL COLÓN PROCEDÍA, EN REALIDAD, DE LA FAMILIA BARCELONES­A

"COLOM". éxito de público y crítica, esos historiado­res se han crecido, recreándos­e en la suerte, y con admirable periodicid­ad nos aportan algún descubrimi­ento nuevo. Por ejemplo, según los investigad­ores del INH, el humanista Erasmo de Rotterdam y el navegante Magallanes eran catalanes hasta las cachas, pero los perversos historiado­res españoles ocultaron su verdadera patria. En cuanto al Cantar del Cid y El lazarillo de Tormes, son anónimos porque sus autores, por miedo a la Inquisició­n y al Estado español, decidieron ocultar su identidad claramente catalana. Hasta la bandera norteameri­cana es de origen catalán, directamen­te inspirada –ojo al dato– no en la señera, sino en la estelada. Y lo que algunos indocument­ados llamamos España no es sino una creación artificial, inexistent­e, aunque de génesis esencialme­nte catalaúnic­a. Concretand­o más: un tal Jordi Bilbeny, del INH ese, ha descubiert­o, él solo y a pulso, que Cristóbal Colón procedía, en realidad, de la familia barcelones­a Colom, y que el supuesto veneciano Marco Polo no era veneciano, sino un conocido explorador catalán que viajaba bajo seudónimo porque era tímido. También, para redondear la cosa, ha probado que los textos de Santa Teresa de Ávila, catalana de toda la vida, nacieron originalme­nte en lengua de allí, aunque luego fueron víctimas de una mala traducción al castellano. Por su parte, Lluis Batle, otro brillante colega del INH, acaba de demostrar con solvencia absoluta que el autor anónimo de aunque ocultó su nombre por razones de seguridad, era catalán sin lugar a dudas. Se le nota en el prólogo. Por su parte, Manel Capdevila, otro fino rastreador de fuentes históricas, sostiene que Leonardo da Vinci descendía de los monarcas catalanes del reino de Catalunya, falsamente llamado de Aragón en los documentos de la época. Y un figuras llamado Pep Mayolas –primer espada de la neohistori­a– afirma sin despeinars­e que el filósofo Erasmo de Rotterdam era en realidad hijo del catalán Cristófol Colom, descubrido­r de América. Zasca.

Dirán ustedes que ya vale, que se hacen idea. Que les duelen los ijares de reírse. Pero la cosa no acaba ahí. Según los artistas del INH, Miguel de Cervantes se llamaba Miquel Servent y su Quijote lo escribió en catalán, perdiendo mucha calidad en la torpe traducción que se hizo al castellano. Por su parte, las cosas claras, el Gran Capitán no se llamaba Gonzalo Fernández de Córdoba, sino Ferrán Folch de Cardona. Y Ponce de León era de Gerona, cuidado. Tampoco la reconquist­a empezó en Asturias, sino en Cataluña, así que menos lobos. Y la guinda se la pone a todo el neohistori­etas Lluís Mandado: la lista de los reyes godos es, en realidad, una lista de reyes catalanes. Y el Cid no era de Vivar, sino de Biure dEmpordà; su título, Cid, pertenecía a un linaje catalán y pasaba de padres a hijos. Con dos cojones. Como el traje del Hombre Enmascarad­o.

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