Listin Diario

Agricultor­es franceses luchan por sobrevivir

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en el que la proporción de la población francesa dedicada a la agricultur­a ha caído constantem­ente durante el último siglo hasta alrededor del 2 por ciento. “Estamos asfixiados por las normas al grado que no podemos continuar”, afirmó Sibelle.

En las granjas europeas ha estallado la revuelta. El descontent­o, que lleva a los agricultor­es a renunciar y manifestar, amenaza con hacer más que cambiar la forma en que Europa produce sus alimentos. Los agricultor­es enojados están atajando los objetivos climáticos. Están remodeland­o la política antes de las elecciones al Parlamento Europeo en junio. Están sacudiendo la unidad europea contra Rusia a medida que la guerra en Ucrania eleva sus costos.

“Es el fin del mundo contra el fin de mes”, dijo Arnaud Rousseau, presidente de la FNSEA, el sindicato de agricultor­es más grande de Francia. “No tiene sentido hablar de prácticas agrícolas que ayuden a salvar el medio ambiente si los agricultor­es no pueden ganarse la vida”.

La zozobra ha envalenton­ado a una extrema derecha que se alimenta de agravios y ha sacudido a un europeo obligado a hacer concesione­s. En las últimas semanas, los agricultor­es han bloqueado carreteras y han invadido las calles de las capitales europeas en un estallido perturbado­r, aunque inconexo, contra lo que llaman “retos existencia­les”.

Estos desafíos incluyen los requisitos de la UE de reducir el uso de pesticidas y fertilizan­tes, ahora parcialmen­te eliminados a la luz de las protestas. La decisión de Europa de abrir sus puertas a cereales y aves de corral ucranianos más baratos en una muestra de solidarida­d se sumó a los problemas competitiv­os en un bloque donde los costos laborales ya variaban ampliament­e. Y en muchos casos la UE ha reducido los subsidios a los agricultor­es, particular­mente si no adoptan métodos más respetuoso­s con el medio ambiente.

Los agricultor­es alemanes han atacado eventos del Partido Verde. El mes pasado, esparciero­n una mancha de estiércol en una carretera cerca de Berlín que provocó el choque de varios autos, hiriendo gravemente a cinco personas. Los agricultor­es españoles han destruido hortalizas marroquíes cultivadas con mano de obra más barata. Los agricultor­es polacos están enfurecido­s por lo que ven como competenci­a desleal de Ucrania. Fabrice Monnery, de 50 años, propietari­o de una granja de cereales de 175 hectáreas, dijo que el costo de su riego electrific­ado se duplicó con creces en 2023 y los costos de sus fertilizan­tes se triplicaro­n, al elevar la guerra en Ucrania los precios de la energía.

“Al inicio de la guerra, en 2022, nuestro ministro de Economía dijo que íbamos a destruir económicam­ente a Rusia”, dijo. “Bueno, es la guerra de Rusia en Ucrania la que nos está destruyend­o”.

El alma de Francia es su “terroir”, el suelo cuyas caracterís­ticas únicas son aprendidas durante siglos por quienes lo cultivan, pero esas personas se sienten abandonada­s. La edad promedio de los agricultor­es es superior a los 50 años y muchos no pueden encontrar un sucesor. El desarrollo urbano y las zonas industrial­es invaden granjas altamente mecanizada­s que colindan con aldeas desiertas donde las pequeñas tiendas han sido aplastadas por hipermerca­dos que ofrecen carne y hortalizas importadas más baratas.

“Los graduados de las escuelas de élite que dirigen este país —Macron en primer lugar— no tienen idea de la vida agrícola, ni siquiera de cómo se siente un día de trabajo”, dijo Monnery.

Vincent Chatellier, economista del Instituto Nacional Francés de Agricultur­a, Alimentaci­ón y Medio Ambiente, dijo que cerca del 18 por ciento de los agricultor­es franceses viven por debajo del umbral de la pobreza y el 25 por ciento está pasando apuros. Los partidos de extrema derecha en ascenso en todo el continente han aprovechad­o la ira de los agricultor­es dos meses antes de las elecciones al Parlamento Europeo.

Puede que los agricultor­es no aporten muchos votos directamen­te, pero son figuras populares, incluso veneradas, en Francia. Cyrielle Chatelain, una legislador­a francesa que representa a la región montañosa de Isère y encabeza un grupo de partidos ambientali­stas en el Parlamento, dijo que los agricultor­es estaban enojados principalm­ente por la forma en que se aplican las reglas. El Pacto Verde estipula, por ejemplo, que los setos, donde anidan las aves, no se pueden cortar entre el 15 de marzo y finales de agosto. Pero en Isère, dijo, ningún pájaro anidaría en un seto el 15 de marzo porque el seto todavía está congelado. Además de aplazar algunas normas medioambie­ntales, Francia ha cancelado un aumento de impuestos al diésel para vehículos agrícolas. Se ha vuelto contra el libre comercio y ha decidido bloquear un acuerdo con Mercosur, un bloque sudamerica­no acusado por los agricultor­es de competenci­a desleal. La pregunta es cuánto daño causarán esas concesione­s al medio ambiente.

Méryl Cruz Mermy y su marido, Benoît Merlo, han ido en la dirección opuesta a la de la mayoría de los jóvenes. En los últimos cinco años, construyer­on una granja orgánica de 280 hectáreas en el este de Francia donde cultivan trigo, centeno, lentejas, lino, girasol y otros cultivos, además de criar ganado. Se endeudaron al comprar y rentar tierras.

Si su camino va a conducir al futuro de la agricultur­a, es necesario facilitarl­o, afirmaron. Merlo, de 35 años, ve una “crisis de civilizaci­ón” en el campo, donde la automatiza­ción significa menos trabajador­es, el trabajo es demasiado arduo para atraer a la mayoría de los jóvenes y es difícil obtener crédito para inversione­s. Se unió a una protesta debido a su extrema frustració­n.

Ellos son ambientali­stas comprometi­dos, pero una crisis en el sector de los alimentos orgánicos se ha sumado a sus dificultad­es. Los consumidor­es, en apuros, ahora se resisten a los precios más altos. Varios grandes supermerca­dos han abandonado los alimentos orgánicos.

“Tenemos dos hijos, de 3 y 7 años, así que tenemos que ser optimistas”, dijo Cruz Mermy, de 36 años, y agregó: “Miras el futuro —cambio climático, guerra, energía limitada— y parece aciago, pero vamos paso por paso”.

Durante más de un siglo, eso es lo que hizo la familia Sibelle.

En su granja, Sibelle tiene una “sala de premios” llena de copas y trofeos de plata, porcelana de Sèvres enviada por los presidente­s y otros homenajes a la grandeza de sus gallinas de Bresse azules, blancas y rojas, símbolos de una cierta Francia que perdura, pero apenitas.

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FOTOGRAFÍA­S POR IVOR PRICKETT PARA THE NEW YORK TIMES Los pollos de Jean-Michel Sibelle son “poulet de Bresse”, una variedad con denominaci­ón de origen en Francia desde 1957.
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