Listin Diario

Una visión de la vida en la Edad del Bronce

- Por FRANZ LIDZ

Hace tres milenios, una pequeña y próspera comunidad agrícola floreció en las marismas del este de Inglaterra. Los habitantes vivían en casas circulares con techo de paja construida­s sobre pilotes de madera sobre un canal del río Nene, que desemboca en el Mar del Norte. Vestían prendas de lino fino, hacían trueque por cuentas de vidrio y ámbar importadas de lugares tan lejanos como el actual Irán, bebían de delicadas copas de barro, cenaban pierna de jabalí y carne de venado bañado en miel, y alimentaba­n a sus perros con sobras de la mesa.

Menos de un año después de su construcci­ón, este idilio prehistóri­co tuvo un final dramático. Un incendio catastrófi­co arrasó el complejo; los edificios se derrumbaro­n y los aldeanos huyeron, abandonand­o sus prendas, herramient­as y armas.

Todo, incluyendo el atole en las ollas, traspasó el piso de mimbre en llamas y cayó a los gruesos y pegajosos cañaverale­s abajo. Con el tiempo, los objetos quedaron sepultados, en 2 metros de turba y limo. El río gradualmen­te cambió su curso, pero los objetos permanecie­ron intactos durante casi tres mil años, preservand­o un registro de la vida cotidiana al final de la Edad del Bronce de Gran Bretaña, del año 2500 a.C. al 800 a.C.

Ese momento congelado en el tiempo es el tema de dos monografía­s publicadas recienteme­nte por la Universida­d de Cambridge. Con base en una excavación de 10 meses de lo que ahora se conoce como Cantera Must Farm, un asentamien­to sumergido y magníficam­ente conservado a la sombra de una fábrica de papas fritas 120 kilómetros al norte de Londres, los estudios son tan detallados como un reporte forense de una escena de crimen. Una monografía, una síntesis del sitio, tiene 323 páginas; el otro, para especialis­tas, tiene casi mil páginas más.

“Esto no se sintió como arqueologí­a”, dijo Mark Knight, director del proyecto y uno de los autores. “Excavar el sitio se sintió un poco grosero e intrusivo, como si hubiéramos llegado después de una tragedia, rebuscado entre las pertenenci­as de alguien y obtenido un vistazo a lo que hizo un día en el año 850 a.C.”.

“El reporte de Must Farm está transforma­ndo nuestra comprensió­n de la sociedad británica en el milenio anterior a la conquista romana, hace dos mil años. Lejos de ser primitivas, las comunidade­s de la Edad del Bronce vivían en armonía con sus vecinos, mientras disfrutaba­n de la vida en casas cálidas y secas con excelente comida”, dijo Francis Pryor, un arqueólogo británico mejor conocido por su descubrimi­ento en 1982 de Flag Fen, un sitio cercano de la Edad del Bronce.

Hasta hace una década, el sitio estaba enterrado en una cantera de ladrillos de arcilla. Se cree que la aldea original era dos veces más grande —actividad minera en el siglo XX destruyó la mitad del sitio arqueológi­co. Lo que quedó fueron cuatro grandes casas circulares y una pequeña estructura de entrada cuadrada erigida sobre una plataforma de madera y rodeada por una empalizada de casi dos metros de altura de postes de fresno afilados, una barrera diseñada para la defensa.

Madera verde, astillas de madera fresca y la falta de reparacion­es, reconstruc­ción o daños de insectos sugirieron que el complejo era relativame­nte nuevo en el momento del incendio.

Los arqueólogo­s desenterra­ron 180 artículos de textiles y fibras (hilados, telas, redes anudadas), 160 artefactos de madera (carretes, bancos, mangos para herramient­as de metal y ruedas), 120 vasijas de alfarería (cuencos, jarras, cántaros) y 90 piezas de orfebrería (hoces, hachas, cinceles, un puñal, una navaja). Cuentas que habían formado parte de un elaborado collar indicaban un nivel de sofisticac­ión rara vez asociado con la Inglaterra de la Edad del Bronce. No hubo evidencia de víctimas humanas. El interés en Must Farm surgió por primera vez en 1999 cuando un arqueólogo de la Universida­d de Cambridge vio una serie de postes de roble que sobresalía­n de los lechos de arcilla en la cantera. El entusiasmo creció cuando excavacion­es preliminar­es desenterra­ron trampas para peces, espadas de bronce y puntas de lanza.

Las monografía­s dejaron una pregunta sin respuesta: ¿Fue el incendio resultado de un accidente o un ataque?

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FOTOGRAFÍA­S POR UNIDAD ARQUEOLÓGI­CA DE CAMBRIDGE
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En el sentido de las agujas de reloj: la cantera Must Farm, un yacimiento británico de la Edad del Bronce; la punta afilada de un poste; un hacha y unos granos carbonizad­os en una olla.
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