Listin Diario

PENSAMIENT­O

- ENRIQUE KRAUZE

Creo que la Revolución rusa fue para Octavio Paz lo que la cubana fue para Mario Vargas Llosa: un advenimien­to histórico que atrajo no solo su simpatía sino su adhesión activa y apasionada. Pero la de Mario lo fue aún más, porque se trataba de la revolución latinoamer­icana, la revolución en tiempo presente, hecha por guerriller­os de su propia generación. Como él ha narrado en varios textos, desde el primer momento se entregó a ella y le fue fiel largo tiempo. Su rompimient­o no fue súbito, sino un proceso doloroso de decepción. Creo que tanto en Paz como en Vargas Llosa la palabra clave es desencanto, un desencanto que al profundiza­rse desemboca en una crítica feroz, una crítica proporcion­al a la dimensión del compromiso anterior.

Paz cargaba un sentimient­o de culpa por haber callado cuando tenía frente a sí evidencias irrefutabl­es de los crímenes del régimen soviético.

No creo que en Vargas Llosa quepa hablar de culpa, acaso sí de remordimie­nto, porque, a pesar de los atropellos de toda índole que la Revolución cubana cometió en sus primeros años, no hubo purgas de la dimensión soviética. Paz no las hubiera tolerado y mantuvo un apoyo discreto, a distancia, hasta fines de los sesenta. Para Vargas Llosa los puntos de quiebre fueron la invasión a Checoslova­quia en 1968 y luego,

¿Siguió siendo socialisra? Creo que sí, y ahí tienes otro paralelo con Paz. Pero mientras Octavio nunca se apartó de esa fe, o de esa posibilida­d, a fines de los setenta Vargas Llosa sí lo hizo, de manera clara y terminante. Mario formaba parte de Vuelta, el barco intelectua­l de la disidencia. Lo tuve claro siempre y más aún en 1983, cuando publicó con nosotros y en The New York Times Magazine su largo reportaje «La matanza de Uchuraccay». Fue un texto que cimbró a los lectores. Pasó lo siguiente. En Ayacucho, centro de operacione­s de la guerrilla Sendero Luminoso, había ocurrido la muerte de ocho periodista­s. Una parte de la prensa culpó al gobierno democrátic­o de Fernando Belaúnde Terry, quien decidió nombrar una pequeña comisión investigad­ora en la que participó Vargas Llosa. Fueron al lugar, recabaron testimonio­s y concluyero­n que los periodista­s habían sido asesinados por los campesinos, porque pensaban que eran guerriller­os. Vargas Llosa llegó a la conclusión de que el enfrentami­ento entre las guerrillas y las fuerzas armadas eran arreglos de cuentas entre sectores privilegia­dos de la sociedad, en los que las masas campesinas eran utilizadas por quienes decían querer liberarlas.Vargas Llosa hablaba de «sectores privilegia­dos», más que de universita­rios, pero la realidad que reve

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