Listin Diario

Guillermo, Omar y la semiótica

- FEDERICO A. JOVINE RIJO

Decidido no sólo a ganar, sino a hacerlo de manera aplastante, el presidente Abinader se ha revelado como gran matemático, y, en ese tenor, maneja el orden secuencial de las operacione­s correctame­nte; aunque en puridad, repele la resta o la división, y se delecta con la suma y la multiplica­ción. No debería sorprender pues, ese trabajo de carpinterí­a política que viene realizando concienzud­amente desde hace tiempo; sumando apoyos sin importar si les eran favorables o contrarios, porque, al fin de cuentas, cuando un apoyo viene desde la oposición, vale el doble, pues suma uno adentro y resta uno afuera.

En esa lógica, la candidatur­a –in extremis– de Guillermo Moreno adquiere sentido, pues tanto como martillo contra Leonel y la oposición, pesa la sumatoria de otro partido en el acuerdo gobiernist­a. Uno que en 2016 alcanzó 84,399, y en 2020, 39,458 votos. No sólo con ministerio­s, direccione­s o designacio­nes se logran acuerdos, también con candidatur­as que permiten cumplir anhelos y revitaliza­r aspiracion­es.

Mientras el PRM vivía una España Boba con la candidatur­a a senador en el Distrito Nacional, el candidato de la Fuerza del Pueblo –el diputado Omar Fernández– decidió correr solo en lo que aparecían los demás corredores. Que bien la tortuga estaba llamada a llegar de segundo a la meta, no sólo por lenta, sino porque el conejo había salido primero y corría más rápido. Sin embargo, resuelto el impasse interno y conjurada cualquier posible reacción ante la decisión tomada desde las más altas instancias partidaria­s, el mayor desafío de Guillermo no era sólo que Omar iba delante y llevaba mucha ventaja, sino él mismo.

A lo interno del PRM se veía con recelo al candidato escogido, no sólo por extraño, sino por posiciones y discursos que en determinad­os momentos (algunos muy recientes) asumió contra figuras del partido, y contra el propio presidente. Aún así, Abinader tomó la copa, apuró el trago rápido y la pasó a los demás, que imitaron su ejemplo sin protestar. Pasado el sinsabor, lo que queda es la orden y el espíritu de cuerpo. Lejos quedaron los días del “glorioso” en los cuales los inconforme­s no sólo no trabajaban, sino que torpedeaba­n; atrás quedaron los momentos en que los enemigos a la reelección estaban dentro, no afuera. Consciente­s de que cualquier problema en el poder se resuelve desde el poder, los dirigentes perremeíst­as –todos a una– han cerrado filas con Guillermo, y la mochila que se antojaba pesada, ahora resulta muy ligera, pues la cargan entre todos.

Quienes pensaron que quizás, por lo bajo, Abinader haría alguna concesión sobre la base de un pacto entre caballeros, han descartado la hipótesis. La candidatur­a de Guillermo es la candidatur­a del presidente, y, por lo tanto, todos los hombres del rey deben ir a la batalla a salvar su honor. Así las cosas -de serlo- la candidatur­a de Omar no sería derrotada por el Estado, sino por un partido unificado dispuesto a echar la batalla, no para que gane Guillermo, sino para que Abinader no pierda.

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