La obra de arte
En el 2008, la Asamblea Constituyente “creó” el texto constitucional, al que denominaron “una obra de arte”, dado el contenido de sus preceptos garantistas de los derechos de las personas y de la naturaleza; “el hombre y la naturaleza por sobre el capital”, se decía. Había nacido la Constitución de Montecristi. Con el “buen vivir”, priorizó los derechos del hombre sobre la norma jurídica (Constitución de derechos por sobre el derecho); dio a la ciudadanía el ejercicio del poder, a través de la “participación ciudadana”.
La soberanía alimentaria y el derecho al trabajo son reconocidos derechos inherentes al ser humano. La seguridad social, financiada con el aporte del 40% del Estado para las pensiones de los jubilados, responde al principio constitucional de solidaridad.
El lector se preguntará, ¿por qué mi insistencia en denominarla “obra de arte”? Porque la sublimidad del contenido de las obras de arte literarias, al igual que la Constitución, transporta al lector a un estado ideal, donde prima el respeto a la dignidad; un estado carente de necesidades, el Edén. En el caso que nos ocupa la realidad es distinta: los derechos son vulnerados, la dignidad pisoteada, la naturaleza explotada “porque de nada sirve estar sentados sobre una mina de riquezas, si necesitamos ese dinero para construir escuelas y hospitales, etc.”.
La participación ciudadana es nula; el pueblo ya no es consultado. Las reformas laborales y el régimen de seguridad social persiguen generar más recursos para el Estado, en lugar de generar más trabajo para la gente. El principio de solidaridad que obliga al Estado en favor de los jubilados ya no es una obligación económica, ahora es “un compromiso de garantizar recursos para cuando falten”. No existe soberanía alimentaria para el 54% de desempleados.
Por lo expresado, el texto constitucional manoseado políticamente, transgredido por normas inferiores, en la práctica no rige la vida de los ecuatorianos, es simplemente, la obra de arte literaria que reposa en los estantes de las bibliotecas de los ecuatorianos.