Diario Expreso

Todo tiene su tiempo bajo el sol

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sencia y les echaba en cara su atornillam­iento a un montón de normas que pretendían sustituir a Dios en la vida de la gente.

Una de las cosas que les reprochaba era el no saber leer los “signos de los tiempos”, porque se empeñaban en repetir los versículos de un catecismo que seguía inmóvil mientras los tiempos cambiaban. El de Nazaret siempre pensó que el vino nuevo exigía odres nuevos. Hoy nos llueven a diario signos que hablan más de un cambio de era que de una era de cambios. Y nos cuesta verlo y asumir que hay que inventar nuevas antenas para sintonizar las nuevas revolucion­es y crear nuevos sistemas para reemplazar los que se nos van quedando caducos.

Los nuevos signos de los tiempos alcanzan a todo: política, economía, familia, religión, educación, comunicaci­ón. Afectan también a los medios… En consecuenc­ia, hay espacios que se agotan y columnas que desaparece­n. Esto es lo que sucede hoy con esta “Teología de bolsillo”, que se despide después de más de 20 años de estar, domingo a domingo, con sus lectores.

Muchos de los años de vida de este escribidor están vinculados a EXPRESO, desde aquellos comienzos en el suplemento dominical SEMANA, pasando por su “Ventana abierta” de los jueves y con la “Teología de bolsillo” hasta ahora. No me queda sino agradecer a EXPRESO y a quienes lo han dirigido, la apertura con la que siempre me recibieron y la absoluta libertad de que gocé para este ejercicio de opinar compar- tiendo, en tiempos tan diversos dentro de la historia de nuestro país.

Quiero agradecer también a los lectores que se han asomado a esta columna y me han acompañado y animado. Ellas y ellos son la razón de todo lo que un diario ofrece. Quiero decirles que, si lo desean, podrán encontrar esta teología de andar por casa en el blog que mantengo y cuya dirección es: guayabara.blogspot.com y que, probableme­nte, estará en Facebook el link que les lleve hasta allí.

Este espacio nació “en otros tiempos” y ojalá haya servido a alguien para descubrir que el Padre del que habló Jesús no es ningún señor con una oficina arreglatod­o, ahí arriba. En los “nuevos tiempos”, Dios seguirá siendo el mismo y misterioso amor y nosotros es posible que lo busquemos por otros caminos. Lo importante es encontrarl­o.

Trabajemos para ser felices. El Reino de Dios crece de a poquito, a pesar de todo. Adiós y buenos días.

Los nuevos signos de los tiempos alcanzan a todo: política, economía, familia, religión, educación, comunicaci­ón.

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