Diario Expreso

Una ‘Pamplonada’ cierra la fiesta cantonal de Píllaro

- AGENCIA EFE TUNGURAHUA

El cantón tungurahue­nse celebra con una fiesta de toros en su calle principal Luego de la corrida en la plaza, los animales son devueltos al campo

La ‘Pamplonada’ hizo correr por las calles a cuarenta toros bravos para cerrar las fiestas de Píllaro, la pequeña y laboriosa ciudad andina donde también habitan los diablos, que en el mes de enero salen a bailar por el año nuevo.

Ahora, lejos de los diablos, celebra su aniversari­o como cantón de la provincia de Tungurahua, y su mayor festejo es la ‘Pamplonada’, por la similitud con Pamplona (España), aunque sin cabestros ni chupinazo.

El encierro recorrió la calle principal del centro de la ciudad, acompañado de valientes jóvenes que, a la carrera, condujeron a los toros hasta una plaza artesanal a unas quince cuadras de distancia.

Los toros que este año participar­on en la carrera llegaron de la hacienda de Sarabia, “bravos, de casta”, que al final no irán al ruedo para morir, pues luego volverán al páramo, a su terruño, contó el alcalde de Píllaro, Patricio Sarabia.

Los toros se embarcan en el sector de Calamaca, en la parroquia San Fernando, cerca de Píllaro, en camiones que los trasladan hasta las afueras de la localidad, donde comienza el recorrido.

Previament­e, las calles transversa­les fueron taponadas para proteger a los visitantes.

Camionetas, barreras y todo lo necesario se colocó en las bocacalles para dirigir el recorrido de los toros que, desde el encierro salen uno por uno hasta la plaza.

“La gente se aposta en los balcones de las casas, en las camionetas, detrás de las barreras y aprovechan todo el lugar a la espera del paso de los toros”, comentó Sarabia.

Los animales salen en seguidilla con un intervalo de unos 80 metros y los jóvenes los esperan, ya sea para correr o para demostrar alguna destreza con capotes.

“Puede parecer peligroso, pero la gente de acá es hábil y ágil, y nunca ha habido ninguna desgracia”, señaló el burgomaest­re.

Los toros llegan a la plaza y enseguida son nuevamente subidos a los camiones que esperan para devolverlo­s al campo.

“Este es un toro bravo andino de casta, así se le puede llamar”, señaló Sarabia, quien en estas fechas también se dedica a organizar los otros festejos de Píllaro que incluyen verbenas, actos culturales y religiosos.

El alcalde espera que lleguen a Píllaro unos 10.000 turistas y a muchos de ellos los invita a volver en los primeros días de enero para que asistan a la ‘Diablada’, un festival de danzantes ataviados con laboriosas caretas de diablos para dar la bienvenida al nuevo año.

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