Vendedora por más de medio siglo
Rosario Yugcha, de 68 años, es una de las pioneras en traer flores desde Ambato a Guayaquil. Ella recuerda cuando el producto era entregado en la calle, frente a la sala de velación. Eso fue en el siglo pasado (década de los 60), en esa época no había un mercado y la flor se vendía en sucres.
Resalta que si se corta la flor abierta tiene menos resistencia en el viaje, sin embargo se hace dependiendo del requerimiento del cliente. Unos prefieren el botón, otros que los pétalos estén semiabiertos.
Pero todo el cuidado empieza desde que se cultiva la rosa, de los nutrientes que se pone a la tierra. “Así se obtiene un tallo resistente, con una buena capacidad de re- tención de agua, para que la flor se mantenga viva”, indica Martínez.
El producto es apreciado dentro y fuera de casa.
Las rosas que llegan a Guayaquil son las que no cumplieron con los requisitos para ir al exterior, pero aún así su belleza deslumbra. Rosario Yugcha, de 68 años, puede dar testimonio de ello. Es una de las pioneras en traer las flores a Guayaquil, al igual que Andrés Jinde; son quienes sobreviven de un grupo de unas siete personas que fueron los primeros en hacerlo.
Hoy la tercera generación está a cargo del negocio, son la segunda mano antes de llegar a las florerías guayaquileñas.
El fin del camino ‘petaloso’ termina en las manos de un corazón enamorado tanto en el exterior, como casa dentro.