Cómo sobrevivir la época Trump
En apenas un mes, y a un ritmo vertiginoso, el presidente de EE.UU. Donald Trump ha logrado propagar caos e incertidumbre. No es de extrañar que ciudadanos, líderes empresariales, la sociedad civil y el Gobierno realicen esfuerzos por responder apropiada y eficazmente. Ningún punto de vista sobre el camino a seguir es necesariamente provisional, ya que Trump aún no ha propuesto legislación detallada, y el Congreso y los tribunales no han respondido plenamente a su chorrera de decretos. Sin embargo, el reconocimiento de la incertidumbre no es justificación para la negación. Por el contrario, ahora está claro que lo que dice Trump y los tuits que escribe deben ser tomados en serio. Tras las elecciones del mes de noviembre existía una esperanza casi universal sobre que él abandonaría el extremismo que caracterizó a su campaña electoral. Pero Trump no ha dejado entrever ninguna duda sobre que él tiene la intención de hacer lo que dijo que haría. Él ve el mundo en términos de un juego de suma cero. Si hay una luz de esperanza en el nubarrón Trump, es un nuevo sentido de solidaridad con respecto a los valores fundamentales, tales como la tolerancia y la igualdad, que ahora se sustentan por la toma de conciencia del fanatismo y misoginia -ya sean manifiestos o encubiertosque encarnan Trump y su equipo. Y dicha solidaridad se ha tornado mundial. Trump y sus aliados enfrentan protestas y rechazo a lo largo y ancho del mundo democrático. Del mis- mo modo, a lo largo y ancho de EE.UU., los empleados y clientes de las empresas han expresado su preocupación respecto al apoyo que algunos directores ejecutivos y miembros de las juntas directivas brindan a Trump. De hecho, como grupo, los líderes e inversionistas corporativos estadounidenses se han convertido en los facilitadores de Trump. En la Reunión Anual del Foro Económico Mundial de este año en Davos, muchos ya empezaron a salivar al solo pensar en las promesas de recortes de impuestos y desregulación, mientras afanada- mente ignoraban el fanatismo de Trump – sin mencionarlo ni siquiera en una sola de las reuniones a las que asistí – así como ignorando también su proteccionismo. La falta de coraje fue aún más preocupante: estaba claro que muchos de los que estaban preocupados por Trump tenían miedo de elevar sus voces, ya que podría ocurrir que ellos (y el precio de las acciones de sus empresas) se vayan a convertir en el blanco de un tuit. El miedo omnipresente es un sello característico de los regímenes autoritarios, y ahora lo estamos viendo en EE. UU. por primera vez en mi vida adulta. Como resultado, la importancia del Estado de derecho, que otrora fue un concepto abstracto para muchos estadounidenses, se ha convertido en algo muy concreto. Bajo el Estado de derecho, si el Gobierno quiere evitar que las empresas contraten a terceros y subcontraten internacionalmente, tiene que promulgar leyes y adoptar regulaciones para crear los incentivos adecuados y desalentar el comportamiento que le es indeseable. Cuando nos vemos constantemente bombardeados por acontecimientos y decisiones completamente inaceptables y que se pasan de la raya, es fácil empezar a adormecerse y comenzar a mirar más allá de los grandes abusos ya ocurridos, fijando la mirada en las aún más grandes parodias que vendrán. Uno de los principales desafíos durante esta nueva época será permanecer vigilantes y, siempre y cuando sea necesario, resistir.
Cuando nos vemos constantemente bombardeados por acontecimientos y decisiones completamente inaceptables y que se pasan de la raya, es fácil empezar a adormecerse...’.