De la diversión al llanto
Luego de jugar carnaval, cuatro familias perdieron su hogar tras un incendio en la Sergio Toral 2 Once menores figuran entre los 18 damnificados
Su expresión lo decía todo. Sentado sobre madera chamuscada, Roberto Carlos observaba con desconcierto todo a su alrededor. A sus siete años, comprendía lo que había perdido en un abrir y cerrar de ojos.
Con su carita teñida por el carnaval y sus pies tiznados, se aferraba a lo único que le quedaba: sus zapatillas tipo Bora Bora y una camiseta blanca que contrastaba con el hollín de las cenizas de lo que quedó de su casa y la de otros tres vecinos. sus advertencias”.
Más allá de las presunciones, Lorena Baque cuenta que el olor a quemado y el calor que comenzaron a sentir, despertaron a ella y su familia, que a esa hora descansaban.
La rapidez con la que avanzaban las llamas hizo que, en su instinto de madre, sacara inmediatamente a sus hijos de la casa, para salvaguardarlos. Enseguida trató de salvar su vivienda y con baldes llenos de agua intentó apagar las llamas que provenían de la casa de su vecina Elena. Pero su esfuerzo y el de los otros vecinos fue vano.
El fuego, que se podía observar desde otros sectores de la ciudad, se propagó rápidamente a las dos casas contiguas y finalmente a la suya. Lorena y sus hijos también se quedaron con la chulla ropa que cargaban.
Una hija de Elena, Tatiana Franco López, quien había construido su hogar al lado del suyo, también resultó afectada. La joven se enteró del incendio por una llamada telefónica de un morador. Minutos antes había salido de su inmueble para visitar a su suegra.
“Tenía la esperanza de poder salvar algo. Ahora solo agradezco a Dios, quizás si hubiera estado en casa la desgracia sería peor y mis tres hijos podrían haber sido alcanzados por las llamas”, dijo la afligida mujer.
Pero la desazón de la barriada se podía simplificar en la mirada absorta del pequeño Roberto Carlos. En medio de las cenizas y con la noche encima, observaba con pesar a sus tres perritos, cuyos cuerpos quemados habían quedado debajo de las paredes de lo que fue su casa.