Museo exhibe la piedra de sacrificio de los punaes
Una roca de la cultura Manteño-Huancavilca en galería municipal
En una de las salas del Museo Municipal se muestra una gran roca en la que, según crónicas de estudiosos e historiadores, se realizaban sacrificios humanos. Pesa 4 toneladas y tiene 2,5 metros de diámetro.
El monolito, que fue hallado en la isla Puná en un sector llamado Campo Alegre, registra dos figuras talladas en alto relieve. La primera es un cocodrilo y para la segunda hay solo hipótesis respecto a su representación: se cree que puede ser otro reptil, un camaleón o un felino.
Se la denominó ‘piedra de los sacrificios’, por su utilización en los castigos; además de la leyenda que contaban los nativos, en la piedra se encontraron hachas y se supone que ciertas manchas que tiene son de sangre.
La piedra fue esculpida con instrumentos de metal por los punaes, pertenecientes a la cultura Manteño-Huancavilca (500 d. C. al 1530 d. C.).
“Los punaes se enfrentaban en cruentos combates con los tumbesinos para defender su territorio. Cuando lograban tomar prisioneros, los acostaban sobre la piedra, en el costado del cocodrilo, la cabeza sobre el orificio. El chamán cortaba el cuello y bebía la sangre del guerrero”, detalla Vanessa Ycaza, guía del lugar.
Reza la leyenda que beber la sangre del enemigo capturado los fortalecía y así evitaban la reencarnación del guerrero rival, concluye la guía de la sala prehispánica.
En asentamientos aztecas los arqueólogos han hallado monolitos similares al de Puná, lo que deja abierta a la especulación científica la posibilidad de una relación entre ambas culturas, pese a la distancia a la que se desarrollaron.