Hay café de élite, pero hace falta capital
La producción de arábigo y robusta tiene buenas perspectivas
El gran problema que enfrenta la caficultura ecuatoriana es el financiamiento.
Existen investigaciones contundentes que apuntan un aumento de la productividad de las dos variedades que necesita Ecuador: arábigo y robusta.
Para empezar, son necesarias 3.300 plantas por hectárea de arábigo y cada una cuesta entre 0,60 y 0,80 dólares. “Hemos encontrado plantas de salchimor con las que hemos logrado de 25 a 30 quintales por hectárea”, señala Pablo Pinargote, gerente de la Asociación Nacional de Exportadores de Café (Anecafé), con sede en Manta (Manabí)-.
Anecafé tiene un centro experimental en Jipijapa, donde hasta hace dos décadas el auge del café hizo florecer negocios, pero que debido a la caída de precios internacionales los caficultores talaron las plantas. Allí el gremio produce 10.000 plantas al año que regala a productores, para que estos constaten los buenos rendimientos e incentiven al resto a hacerlo.
La exportación de café en grano (arábigo, básicamente) ha caído un 86 % en los últimos cinco años. El robusta, que es la variedad que usa la industria, no despega por la falta de capital de trabajo, pese que a hay clones de alto rendimiento.
“Con lo que estamos viendo en el campo vamos a llegar a 100 sacos por hectárea con grano de excelente calidad”, señala Rubén Corral, técnico de Dublinsa, quien ha logrado llevar sus plantas de robusta a las tierras de comuneros de la península de Santa Elena, tras años de investigación.
A partir del segundo año los agricultores de café robusta logran 20 quintales, a partir del tercero, 60, lo cual hace rentable el cultivo.
Una empresa importante que tiene 30 hectáreas en producción hará 15 más; la hacienda Paova experimentó con 15 y ahora hará 30 hectáreas. “Hay confianza, pero falta plata”, dice Corral a EXPRESO.
¿El precio? El alcalde del cantón Pedro Carbo (provincia del Guayas), Ignacio Figueroa, recién cosechó y recibió 95 dólares por cada quintal. La industria se compromete a comprar las cosechas. Con las tasas de productividad mencionadas, Ecuador podría tener cosechas suficientes para solventar la demanda industrial y exportar.