Diario Expreso

Kim resurge una tradición siniestra de la Guerra Fría

- GUILLERMO ALTARES EL PAÍS / ESPECIAL EXPRESO

Los servicios secretos de los países comunistas cometieron crímenes en toda Europa Los de Stalin acabaron a Trotsky

Paraguas, polonio, balazos, hasta un pico… La Guerra Fría estuvo marcada por el asesinato del enemigo más allá de las fronteras del bloque socialista. Cuando alguien era condenado a muerte por los agentes soviéticos, sobre todo en la época de Stalin, tenía muy pocas posibilida­des de escapar a su cita en Samarra. El asesinato en el aeropuerto de Kuala Lumpur de Kim Jong-nam, hermano por parte de padre del implacable líder de Corea del Norte Kim Jong-un, recuerda a los peores momentos del enfrentami­ento entre bloques.

El caso más famoso es el del llamado paraguas búlgaro, utilizado por los servicios secretos del país balcánico, Darzhavna Sigurnost o Comité de Seguridad del Estado, en colaboraci­ón con la KGB. La punta del paraguas se convertía en un arma mortal: la víctima padecía un pinchazo que, en realidad, era un perdigonaz­o impregnado en ricina, un veneno mortal. El escritor búlgaro Gueorgui Ivanov Markov, disidente que trabajaba para la BBC en Londres, se encontraba cerca del puente de Waterloo el 9 de septiembre de 1979 cuando notó algo en la pierna. Un hombre con paraguas se disculpó con acento extranjero y esfumó. Markov no le dio mayor importanci­a. Pero, unas horas después, comenzó a sufrir fiebre. Murió tres días después: Scotland Yard ya tenía la certeza de que se trataba de un asesinato, aunque casi 40 años después nadie ha sido procesado por este crimen.

Londres también fue escenario de un crimen siniestro: el envenenami­ento del exespía ruso Alexander Litvinenko con polonio, un elemento radioactiv­o que dos antiguos colegas le habían puesto en el té en el hotel Milenium de Londres en noviembre de 2006. Tardó tres semanas en morir. Litvinenko, que tenía nacionalid­ad británica cuando falleció, colaboraba con los servicios secretos de su país de adopción y con los es- pañoles, a los que informaba sobre las mafias rusas. Diez años después, una investigac­ión oficial británica concluyó que se trató de una operación del SFS (Servicio Federal de Seguridad, antiguo KGB), realizada por dos agentes rusos que “probableme­nte” tuvo la venia del presidente Vladímir Putin. El cambio de bando no se perdona nunca.

El expresiden­te ucranio Víctor Yúschenko logró sobrevivir a otro extraño envenenami­ento, esta vez con una dioxina que le deformó el rostro en septiembre de 2004. Acusó a los servicios secretos de su país, pero el caso nunca se resolvió.

Sin embargo, nunca se ha logrado superar la crueldad de los agentes del NKVD, la temida policía política de Stalin, responsabl­e de millones de muertes en las grandes purgas de los años treinta, y que nunca dudó en actuar en el extranjero, cuando sus víctimas trataban de poner tierra de por medio. El caso más famoso fue el asesinato de Leon Trotsky por el español Ramón Mercader, en 1940 en México. Stalin alcanzó el poder en la URSS tras la muerte de Lenin y fue acabando con todos los personajes relevantes de la Revolución de Octubre. Solo quedaba Trotsky contra el que planeó todo tipo de intentos de asesinato hasta que el NKVD logró que Mercader se introdujes­e en un círculo más íntimo y le asesinase con un piolet.

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AGENCIA KCNA / VÍA REUTERS Agenda. Kim Jong-un durante una visita a una escuela en Pionyang.

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